sábado, 31 de diciembre de 2011

Adiós 2011, Bienvenido 2012: Mi artículo.

Hoy, es un día especial. Para todos. Para el mundo. Para nuestros corazones y nuestras emociones.

Un día en el que cerramos una página y abrimos otra. Algunos, felices. Otros no tanto. Muchos con la ansiedad y la expectativa de que sea un año nuevo, pero realmente nuevo. Otros, y muchos, viviendo en dolor, en sufrimiento, en pena, en duelo.

Esta noche, cuando el reloj marque las 0 horas del 1 de enero de 2012, habrán abrazos, besos, buenos deseos, cábalas, superticiones… pero también habrá pensamientos, reflexiones, habrá gente por millones que querrán abrazar a otros, y no podrán, y desearán que ese cariño llegue al corazón de aquella persona que no está o sencillamente, se fue. Allí habrá magia. Habrá energía.

El mundo, en tanto, no deja girar. Y cada día, más rápido. Los meses, se hacen días. Y las horas, aceleran todo. Junto a los proyectos, a la rutina, al trabajo, a los objetivos, a los deseos.

En definitiva, un año nuevo en el que todos somos uno, y cada uno somos todos. Porque si hay algo que nos identifica como personas, es que formamos parte de una sociedad que debe volcarse hacia un cambio interno y externo de manera urgente. Un cambio hacia el núcleo: la persona (humana), quien cada día que pasa se desmorona frente a las complejidades del planeta.

Cuando hablo de dar vuelta la página a un año exitoso, perdido, trágico, oportuno, extraño, me refiero a sentir lo que somos y quiénes somos de verdad. Dejar atrás el doble estándar, la falta de transparencia, que tan mal le ha hecho al mundo en los últimos años. Mirar más hacia la verdad, hacia la ingenuidad de los niños, hacia la alegría de valorar lo que tenemos (antes de perderlo), de morir por lo que amamos, de crecer, de proyectarnos.

De ver, en la sencillez, en esa sonrisa cómplice que alguna vez tuvimos con alguien amado o querido… amor, energía, alegría…ganas de soñar y proyectarnos. Y eso, lo podemos aplicar a todo.

El mundo requiere de un Nuevo Año con una sociedad más digna. Más leal. Donde se valora el esfuerzo, donde se reconoce el trabajo, el cariño, el apoyo y la admiración. Donde no caemos en la especulación, y donde todos asumimos un papel más solidario con nosotros mismos y con el resto. Donde el error, no es sinónimo de alevosía ni falta o carencia de amor. Se perdona. Se corrige, y se convierte en fortaleza y virtud.

Un Nuevo Año que precisa de personas que quieran realmente la naturaleza. Ella nos grita que la cuidemos. Y que aprendamos de los niños, que desde la infancia ven en los árboles, el mar, el río, las montañas, castillos de sueños, de ideas, de amor.

La naturaleza nos habla como lo hizo en febrero de 2010 en Chile, con un megaterremoto y maremoto que –lamentablemente – no hizo despertar a los chilenos del letargo del consumo, de la dispersión, de la falta de confianzas, de la competitividad atroz, de la falta de alegría…

Pero sé que somos verdaderos. Sé que podemos dar ese salto. Todos podemos superar momentos, fracasos, dolor, frustración. La vida me ha puesto en caminos maravillosos, pero también difíciles de andar. Al mismo tiempo, me ha enviado personas verdaderas y una familia unida, que logra sentar las bases para un nuevo emprendimiento. Dios me ha regalado la dicha de haber amado y también la dicha de haber sembrado a dos almas maravillosas, que crecen como árboles y cuido que sus raíces sean sólidas y eternas.

Y todo está uno. En el corazón. En la razón. Veo al mundo, un poco a la deriva a veces. Pero también lo veo pujante. Alegre. Triunfador. Emprendedor. Hay tanta gente valiosa al lado nuestro. Hay tantas personas que tienen un corazón valiente. Gente que vino al mundo a darnos un mensaje. Y no lo vemos. No lo queremos ver.

Gente que lucha por su vida frente a la enfermedad. Gente que trabaja con dignidad, pese a las humillaciones. Gente solidaria, no a través de la televisión, sino a través del anonimato y durante todo el año.

A veces siento, que la falta de comunicación no es un problema de los medios, ni de las organizaciones, ni del jefe, ni de nadie. Es sólo parte nuestra. Es sólo cuestión de darnos cuenta que estamos vivos, sanos, fuertes, atractivos, y que sí somos capaces de vivir un Nuevo Año…pero Nuevo de verdad.

Se habla tanto del 2012 como año del Fin. ¿Pero el fin de qué? ¿De la tierra? ¿Del planeta?¿ Del sistema económico? ¿De la humanidad? ¿De lo que fue y es?

¿Te cuento qué? (como me dice siempre mi hijo maravilloso Cristóbal) La vida tiene comienzos y términos. Ciclos que se abren y que se cierran. Y ello, marca. Y muy fuerte. En el amor, en el trabajo, en la amistad, en lo que sea. Marca. La clave está en cómo sacamos lo mejor de dichos procesos. Y en el próximo, nos paramos, miramos, respiramos, y volamos.

Con espíritu, con fuerza, con amor, con pasión, con inteligencia. Con integridad. Sin generar daño en el resto. Al contrario: sumando, queriendo, valorando. Amando.

Este año he escrito más sobre la vida, sobre la persona, sobre nosotros mismos, que de la actualidad. Este año, he vivido cambios, profundos. Y la actualidad, ha pasado a la reflexión, a la reconstrucción de un corazón y una razón más viva, más plena, con un crecimiento de espíritu donde muchos de ustedes han estado presentes.

He decretado recibir. Ganar. Triunfar. Amar. He mirado a las estrellas en la noche para decir Gracias, por todo lo que me has dado Dios. Por lo bueno, por el dolor, por la alegría, por los errores, por los triunfos. Por lo que se viene.

A través de este último artículo del 2011, quiero darte las gracias por leerme. Por seguirme. Y porque sé que esto que he conversado contigo hoy, lo compartes. Y que el 2012, sea un Nuevo Año….Nuevo de Verdad, más felices, menos estresados, con convicción, decretando al universo que este año tiene que ser nuestro, tiene que ser mejor, con armonía, con capacidad de ser y ser más.

Que viva la naturaleza, las personas, los corazones, la verdad, el Mar (mi Mar), los sueños, los ideales, el civismo, la responsabilidad de ser, de entregar, de perdonar, la familia (para siempre), el liderazgo de cada uno, la empresa de cada una de nuestras ideas, ¡el Caribe!, mis recuerdos, la pasión, la sensualidad, la armonía y la sabiduría. El espíritu.

Que viva todo lo que tu quieres que Viva.

¡Los quiero mucho, y arriba los Corazones!

Desde Chile, desde el Mundo…y para todo el mundo y el universo.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Navidad...¿Cómo?

Recientemente conversaba con un colega de la Universidad Pedro de Valdivia sobre diciembre y el período de la Navidad y lo que -en esencia- significaba para todos nosotros y nuestra sociedad en general. Y la verdad, es que de la conversación pasamos a la siguiente reflexión: ¿vivimos realmente este periodo navideño con espíritu, con responsabilidad, con lo que nos une a esta fecha?

He hicimos un breve análisis respecto a cómo Chile se ha entregado en los últimos años a una prisa, a una velocidad, a un estrés por recibir este mes como el diciembre de: las compras, de los regalos, del compromiso a no fallar en el obsequio deseado y no deseado, de la angustia a hacer estirar el presupuesto, y por cierto todo el bombardeo marketinero y publicitario de la televisión, de la radio, de las vallas publicitarias y la prensa al respecto, de los balances de fin de año, de las cuentas por pagar pendientes y las que se vienen apenas llegue el 1 de enero…

Yo le comentaba a mi colega sobre mi experiencia de vida en Venezuela cuando niño y joven entorno a la Navidad. Por ejemplo, mis recuerdos del sentir de la brisa fresca que empieza a correr a partir de octubre, y que anuncia -precisamente- la brisa navideña. Del calor a un ambiente más fresco, oxigenador. Y con ello, las gaitas (no irlandesa, sino una música tradicional y folclórica venezolana a base de tambor, maracas, cuatro, y furruco), la gastronomía propia de esa fecha (hallacas, pan de navidad) y para los que profesan la fe católica el inicio de las misas del gallo, donde las comunidades de cada urbanización o barrio se reúnen de madrugada a celebrar la proximidad del nacimiento de Jesús y luego a desayunar chocolate caliente con pan de navidad, y los niños salen a patinar en las plazas.

Le decía también el valor que tenía para las familias el pesebre o nacimiento, y el amor y la alegría con que cada hogar construía su propio pesebre por sobre el arbolito de pascua.

Hasta ahí, mi descripción. Don Juanito, mi colega, inmediatamente me llevó a su reflexión. Y me decía: “creo que en Chile nos hemos olvidado de la esencia de compartir, de reunirnos en familia, de vivir este periodo más tranquilos, en recogimiento y alegría, por sobre la competitivad y el apresuramiento. De dar.”.

Momentos de cambios

Chile y nuestra aldea global, viven momentos de cambios. Un cambio social. Esta época de dispersión, de disgregación en todo sentido, de ausencia de confianzas, de desigualdad y quiebres de paradigmas económicos, de crisis, llevan a esta persona-ciudadana, a un esquema de vida que por momentos, confunde, colapsa y preocupa.

La Navidad, para mí, representa el momento oportuno para pensar, reflexionar y mirar hacia futuro con más confianza, con más responsabilidad y transparencia. Más allá de las creencias y no creencias, diciembre me invita a pensar también cómo podemos ser mejor personas. Mirar hacia nuestro alrededor y ver qué podemos hacer para entregar algo sin esperar nada a cambio. De crecer, de madurar…

Una de mis mejores navidades que he vivido en Chile fue hace ya varios años, cuando con mis padres y hermanos, decidimos regalar una caja con alimentos ricos, carnes, galletas, con dulces navideños y regalitos, y buscamos hacia la cordillera de Los Angeles, en Chile, una casita donde esa nochebuena, no tuvieran nada que compartir y por cierto, vivir con esa magia que inspira la mesa navideña. Y la encontramos. Una señora que vivía sola con sus 4 hijos pequeños, que esa noche no iban a tener nada que comer y recibir, fueron bendecidos por esta caja que llevamos con una alegría enorme. Me quedé con el abrazo fuerte que me dieron esos niños al irnos. Eso lo llevo en mi corazón desde aquel día.

Estoy seguro que al igual que nosotros, miles de ciudadanos del mundo hacen lo mismo en este periodo.

El rol del periodismo

A veces, como periodista y comunicador, siento que los mismos medios de comunicación también olvidan las noticias positivas, de aquellos gestos desinteresados, solidarios que otras comunidades hacen a su prójimo. Y en vez de eso, estos mismos medios se entregan a este sistema de consumo, bombardeo de imágenes falsas, vacías y sin “música” (contenidos). Nos olvidamos que podemos entregar un mensaje positivo y propositivo. Tanto la Tv como el resto de las plataformas multimediales, pueden también ser a un aporte hacia una reconstrucción de la humanidad.

Don Juanito, me decía también que ni siquiera el mismo remezón que nos dio la naturaleza el año 2010 con el terremoto, hizo reflexionar al chileno en torno a cómo ser mejores personas. Una reflexión bastante dura pero cierta, en algún sentido.

La Navidad es para mí el reencuentro, la amistad, el amor, el respeto, el perdón. El acompañar, el decir aquí estoy, junto a ti. El estar con los niños y vivir con ellos su magia, la magia de compartir y no ver sólo en el regalo, la verdad del nacimiento de Jesús. La Navidad me inspira a escribir pensando que mañana Chile y el mundo serán espacios más sustentables, unidos, solidarios, alegres (!), cercanos, felices.

La Navidad para mí es música y villancico. Es un periodo de cuentos mágicos. De sentirnos mejor como personas, como lo decía anteriormente, más humanos. Más fieles a nuestros principios. A hacer de los valores (respeto, amor, admiración, saber perdonar, entrega de…) un cofre con tesoros.

En esta navidad 2012, propongo que desde la comunicación, dialoguemos más. Conversemos más. Con profundidad. Que logremos afianzar lazos (humanos), que logremos ser más felices que preocupados, que valoremos lo que tenemos cerca y enriquecerlo con más fuerza que nunca. Dejar los egos. Valorar el espacio que tenemos. La vida, la salud, la compañía. Nuestros seres queridos y amigos.

Desde esta tribuna de mi blog, les deseo que en este mes de la navidad, sean más felices y miremos juntos hacia una sociedad más solidaria, inclusiva, menos estresada, y por cierto…más alegre.

Un abrazo desde Chile