domingo, 19 de agosto de 2012

El “Juego Perfecto” de nuestras vidas. Vale la pena jugarlo…


Uno de los deportes que me apasiona es el beisbol. Lo jugué de niño en Venezuela y aprendí a quererlo y admirarlo. Es curioso que no haya consenso dónde nació. Si en Cooperstown, en Estados Unidos, por allá por el año 1839; en Inglaterra en 1744, o quizás desde los primeros inicios de la civilización en Persia, Egipto y Grecia.

Lo concreto es que el beisbol es un deporte donde 9 jugadores por lado buscan la victoria mediante la anotación de carreras (puntos) a través de  jugadas donde se mezcla: potencia física, estrategia, destreza, trabajo en equipo, control de las emociones, y donde no están supeditados al cronometro de un reloj, como el fútbol o el baloncesto.  Es decir, se juega hasta que uno venza al otro durante un espacio de 9 tiempos (innings o episodios).

No es mi objetivo profundizar en lo deportivo. Pero sí extraer de este deporte, uno de los momentos más hermosos y apasionantes que pueden llegar a marcar la vida no sólo del jugador y el equipo que lo vive, sino de los aficionados protagonistas: se llama el “Juego Perfecto”.

El “Juego Perfecto” es aquel donde uno de los jugadores del equipo, que tiene como título Lanzador o Pitcher, logra en un partido evitar que los jugadores del equipo contrario no logren hacer nada frente a sus lanzamientos. Es decir, no realizan ningún punto o carrera, y ni siquiera avanzan a hacia los puestos de anotación (bases).  

Es aquel partido donde este pitcher hace el mejor juego de su vida: sin carreras, sin anotaciones, sin jugadores en las bases. Y lo mejor, su equipo lo ayuda evitando que se termine este juego perfecto evitando que la bola o pelota caiga en la cancha de ellos y no permita que el jugador contrario avance  hacia las bases con proyección de anotación.

Son pocos los lanzadores capaces de lograr este juego perfecto. Cada lanzamiento es analizado previamente. El lanzador además de estar inspirado, logra concentrarse durante  todo el partido. Autocontrol al 100%. Conoce a cada jugador contrario. Conoce sus debilidades y fortalezas. Sabe donde lanzarle para que no golpee la bola.  Se guía por su entrenador o manager. Recibe las orientaciones de su equipo que ven el partido desde otros ángulos.

A medida que avanzan los tiempos (ininngs), el resto del equipo comienza a sintonizar con el lanzador y apoyarlo aún más. La inspiración se trasfiere a ellos también. Y de ahí a los miles de espectadores que observan el partido. Cuando llega el último tiempo (Inning 9), el público se pone de pie y comienza a aplaudir, mover pañuelos,  a enviarle energías positivas a este lanzador que está alcanzando una proeza.

El epílogo. Es el momento más emocionante del partido. Y también para el bateador, su rival, que estará en el dilema de golpear la bola y romper la racha perfecta de su rival, o de lo contrario, fallar y…compartir este momento histórico y vivir como parte del juego un testimonio imborrable.  

Si el lanzador cumple el cometido: y logra el tercer strike (buen lanzamiento) y saca al último jugador….sin anotaciones, sin permitir ni siquiera que hayan avanzado a las bases del equipo rival… se habrá concretado lo que se denomina el “Juego Perfecto”.

Me pregunto cuánto partidos de este tipo nos ha tocado vivir. Y sin darnos cuenta. Cuántas veces hemos experimentado situaciones de crisis personales y laborales. Emocionales y físicas. Y sin darnos cuenta, perdemos la oportunidad de lograr el equilibrio perfecto que tenemos en nuestras manos: autocontrol, inspiración, motivación, pasión, amor, esfuerzo hasta el último minuto, persistencia…

Los “Juegos Perfectos” están en nuestras vidas. Los vivimos todos.  Lo maravilloso es que todos somos capaces.  Qué mejor testimonio que el beisbol, donde un “Juego Perfecto” puede ser concretado por un deportista joven o novato, o un veterano. Puede ser realizando en cualquier momento de su carrera deportiva. En el mejor o peor momento de su vida deportiva.

Para nosotros, está ahí. Lo podemos jugar ya. Y experimentar esa sensación maravillosa de haber vivido por un momento, que hicimos las cosas bien, de manera eficiente, humana, integradora, exitosa, querida por todos quienes rodean o confían en nosotros. Incluso aquellos que no daban un peso o dólar por nosotros.

Mi “Juego Perfecto”…tenemos tanto que vivir. Tanto que contar aún. Y con éxito.  En mi caso, apuesto por vivir y con todo. ¿Se suman? ¡Buena onda para todos!

PD: un buen ejemplo del Juego Perfecto está en esta película que se las recomiendo a todos! Véanla! http://www.youtube.com/watch?v=fsl5DbOBbtU

domingo, 5 de agosto de 2012

Bolt: El Dios del Viento. Lecciones del hombre más rápido del mundo.

Nació en Jamaica. Tiene 26 años de edad. Y es hoy el hombre y atleta más rápido del planeta. Le apodan: Dios del Viento. Y su nombre: Usain St. Leo Bolt. O mejor conocido como Usain Bolt. Acaba de obtener la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres, en los 100 metros planos,  con un registro de 9 segundos y 63 centésimas, y dejando en claro que ya es y será la figura más importante de esta justa deportiva planetaria y por muchos años más será el hombre más veloz del mundo.

Bolt posee hoy cinco títulos mundiales y con el de este domingo 5 de agosto, 5 títulos olímpicos. Posee los récord mundiales de los 100 y 200 metros planos y en la carrera de relevos 4 por 100 con el equipo de Jamaica. El 2010, en el Campeonato Mundial de Berlín, en Alemania, Bolt hizo añicos el récord hasta ese minuto y registró 9,58 segundos en los 100 metros planos 19,19 segundos en los 200 metros planos.

Quise hablar de Bolt porque la verlo correr durante los 100 metros planos en Londres, me llamó la atención quién es este personaje que corre a la perfección, y que en los Juegos olímpicos de Beijing en 2008 consiguió tres medallas de oro y tres récords mundiales, impresionando a todo el mundo del deporte y que en Londres ha ratificado que es realmente una máquina al correr sobre la pista atlética.

Fíjense en esta declaración: “Cuando era joven, no pensaba en otra cosa que no fuera el deporte”. Y vaya que lo cumplió porque desde niño esta atleta del viento comenzó a mostrar sus habilidades en las carreras de velocidad, en una localidad llamada Trelawny, en Jamaica. 

Es más, a los 12 años de edad se convirtió en el atleta más veloz de su escuela Waldensia, en los 100 metros planos. Amante del criquet y del fútbol. Sí, siempre pensó en el deporte.

Pero ¿sabían ustedes que este hombre que se llenará de oro olímpico en Londres,  cuando niño sufrió una escoliosis o desviación en su columna, debido a una alimentación desequilibrada y un crecimiento corporal extraordinario? Sin embargo, pese a ello, Bolt corría como un guepardo. Y esta anomalía que padecía recién comenzó a tratársele a los 15 años de edad, cuando se convirtió en el campeón junior más joven de la historia en los 200 metros.

Mide 1,96 de alto y su cuerpo es pura fibra de 86 kilos. 

Cuando niño apenas entrenaba y le gustaba practicas criquet, fútbol o baloncesto. Sin embargo, otro velocista ídolo de Jamaica, Asafa Powell, lo vio y le dijo que se dejara de fiestas y otros deportes y se dedicara al atletismo. De ahí en adelante, Bolt le hizo caso. Powell se convirtió en su ídolo, además de Don Quarrie, corredor jamicano experto en las curva de los 200 metros.

Cada vez que corría en su escuela, se congregaban más de 20 mil espectadores a verlo, algo que ya lo quisieran algunos equipos de fútbol profesional en Chile. Entrenaba descalzo y sobre hierba, para medir realmente su velocidad o quizás sentir realmente la tierra bajo sus pies. Lo que es común en Jamaica.

Un dato que explica el porqué Jamaica es la isla de grandes velocistas. Según un informe de la Universidad de las Indias Occidentales (publicado en 2008) la población jamaicana presenta inusuales cantidades de una sustancia que contrae las fibras musculares de contracción rápida, denominada actinen A. Otros, señalan que es el resultado de la tradición: la población desciende de esclavos de Africa Occidental, con un pie muy ancho adaptado para cruzar largos territorios. Y sólo los más fuertes que sobrevivieron a esos viajes, vararon en Jamaica.

Sea genético o no. Bolt es el hombre más veloz del mundo. De niño con escoliosis. Disperso entre la velocidad, el baloncesto, el criquet y el fútbol. Pero con una visión clara: sólo pensaba en deporte y pese a su deformación en la espalda, se convirtió en el velocista más joven de la historia.

Muchos lo han criticado porque su contextura no corresponde con la musculatura de los recientes grandes atletas como Carl Lewis, Ben Johnson, Tyson Gay, Jesse Owens o el mismo compañero de equipo Asafa Powell. Siendo tal alto, su salida de los tacos de la largada es lenta. Sin embargo, su entrenador sigue creyendo en él y el propio Usain Bolt cree en su poder y logra recuperarse de manera perfecta al momento de erguirse en plena carrera y sacar lo mejor de sí en cada zancada que da hacia la meta. Desafiando al viento, al hombre, a la velocidad, a las expectativas, incluso a él mismo.

Ojalá en Chiley América Latina aplicáramos la filosofía de Usain Bolt al momento de emprender un desafío: sólo el viento sabe lo que se siente correr sobre su humanidad. Sólo los latidos de su corazón, el control de su respiración y la adrenalina, saben de su esfuerzo y punto de mira. Ojalá en nuestras organizaciones sociales, políticas, económicas, se trabajara con este equilibrio perfecto de disciplina. Les presento a Usain Bolt.