Un gran saludo a todos, después de dos semanas de ausencia de
mi blog. Cuantas noticias han pasado desde mi último comentario, referido a la
tragedia de Isla Juan Fernández, donde 21 personas murieron, y el país se
vistió de luto. Un hecho transversal que cruzó: medios de comunicación,
gobierno, ong’s y fuerzas armadas. Se ha escrito de todo al respecto. Me quedo
con las palabras de un connotado y prestigioso amigo periodista, quien vivió en
carne propia la cobertura desde el lugar: “Ha sido una cobertura difícil…me
desconecto por un tiempo…voy por un respiro”.
Hoy comentaba con mis alumnos de periodismo de la
Universidad del Desarrollo, la importancia de dimensionar nuestro ejercicio
periodístico, desde un punto de vista de ético. De ser personas. De empatizar
con el hecho. Pero guardando el equilibrio. Y qué difícil es la tarea.
Que complejo es que un país como Chile, donde vivimos
momentos -tremendamente- complejos, de dispersión, de desconfianzas, de
soberbia, de una competencia a veces desmedida, no nos demos el tiempo para
reflexionar y sacar lección para corregir y crecer. Han pasado ya varios meses
desde el inicio de las movilizaciones estudiantiles, y no hay solución a las
demandas de los escolares y universitarios, en materia de Educación y calidad.
A mi juicio, se ha perdido el norte del problema: calidad de la discusión, altura de miras en
las críticas…por ambas partes.
Vino el accidente, y fue como una inyección de anestesia,
que por unos días hizo que todos los chilenos y un país en general, entrara en
una especie de stand by. Vino la celebración de las fiestas patrias, con campañas
más duras en materia de prevención de accidentes, mucho brindis, harta carne a
la parrilla…y este martes 20 volvimos de nuevo a la realidad: un país que sigue
siendo el mismo.
En esta primavera chilena 2011, pienso que es oportuno para
que los medios de comunicación –en general- hagan un aporte más sustantivo al
debate de cómo hacer un mejor país.
Estamos ya corriendo hacia los descuentos de este año 2011, y es prioritario
que el país termine con una enfermedad que puede ser muy peligrosa: el desprestigio de la clase
política. Muy mala señal para nosotros mismos y para la región América Latina.
Lo he dicho en artículos anteriores: debe haber liderazgo.
Más humano. Más ciudadano. Con una mirada más global. Con creatividad. Con
sentido humanista, emprendedor, creador.
Desde el mundo académico, donde me encuentro (Universidad
Pedro de Valdivia), observo un interés profundo en mejorar por parte de los
alumnos (provenientes su mayoría de sectores de escasos recursos), autoridades
y docentes. En mi calidad de coordinador de Comunicaciones, observo interés por
lograr un mejor nivel de lo que se tiene hoy, particularmente en su sede de
Concepción, donde estoy asignado.
Insisto: en un país de enorme desequilibrio económico,
social y cultural, como es Chile, bienvenido sea la creatividad, la juventud
líder, los empresarios humanos y proactivos, autoridades comprometidas y
cercanas a la gente, de una familia más preocupada por el núcleo (hijos), de un
rol más participativo de sus autoridades públicas y privadas…
El gobierno utiliza la metáfora futbolera del segundo
tiempo, para decir que ahora sí, este es el momento de ganar.
Yo prefiero la metáfora del mundo tuerca, que dice lo
siguiente: “En el automovilismo no hay victorias individuales, hay victorias de
equipo” (constructor británico de la fórmula 1, Frank Williams). Y si en Chile se trabaja en equipo, realmente,
las cosas van a cambiar. Es tan simple, pero a la vez…tan complejo.
Este es el momento, para un nuevo camino, para un desafío. ¿
Lo asume?
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