viernes, 18 de noviembre de 2011

Pasión de Vivir

De niño, siempre he sentido la necesidad de escribir. De plasmar mis emociones y sentimientos, en palabras. Y en frases que reflejen el sentir de una persona que vive la vida con una mirada personal, enfocado en el presente y pendiente del futuro.

Bueno, la vida me llevó siempre por el camino humanista, desde el colegio hasta la Universidad. Y siempre, el camino el mismo: escribir, escribir, sentir…vivir. Finalmente, me titulé de Periodista y Comunicador Social, en Chile, luego de haber transitado mis primeros 15 años en Venezuela, país donde la base de una educación centrada en el espíritu, en los valores patrios, en la familia, en la naturaleza, en Dios, y en el amor, fueron claves para poder decir hoy: aquí estoy.

Para los que no me conocen, y ya han visto algunos de mis artículos en mi blog personal, se darán cuenta que la mayoría apuntan siempre al factor humano. Al corazón. A las ideas. Al vivir. Y procuro también, inyectarlo a mis análisis de actualidad, que por cierto, los he dejado un poco de lado, porque he sentido la necesidad de enfocarme en artículos más personales.

Para los que me conocen, no debe ser novedad, leerme y ver allí los conceptos anteriormente descritos. Pero hoy, quiero agregar un nuevo ingrediente: quiero ser más profundo. Más directo. Incluso, hasta podría “pecar” de ser más autoreferente, pero me permitiré la licencia.

El título de este artículo lo dice todo: Pasión de Vivir. Este último tiempo, mi vida, que ha sido maravillosa en todo sentido, ha tomado un camino especial. De momentos complejos, pero no menos remontables y superables.

En lo laboral, debo confesar que me siento un ganador. Experiencias de vida y de trabajo no sólo en Chile, sino en España, en Estados Unidos, y desde aquí hasta el resto del mundo a través de mi blog, me han inyectado una base de conocimiento y de energía que estoy seguro, ustedes lo reciben. Eso es lo que me motiva también. Y en las dificultades, en las derrotas, en los fracasos, si es que se puede llamar así, siento que la vida nos da otra oportunidad. Siempre. Ahí pongo mi voto en mi fe personal y en Dios.

Mi trabajo académico con los alumnos. Mis clases. El intercambio de información permanente con ellos, la juventud, es también un balde de oxígeno puro. No hay nada más hermoso, que sentarte a conversar con una alumna o alumno y dialogar en torno a ideas, necesidades, opiniones. La relación Profesor-Alumno es tan importante, como la vida en pareja, en amistad, paterna-materna. En busca de diálogo.

Y aquí hago un paréntesis. ¿Se han dado cuenta que el mundo –hoy- ha perdido ese espacio? Sí. El espacio del diálogo, de la discusión (constructiva), de conversar más que hablar. De decir las cosas sin tapujos ni prejuicios. Es curioso, las nuevas tecnologías han acortado tiempos y distancias, en lo físico, pero al mismo tiempo, se ha abierto una brecha enorme en las relaciones humanas efectivas, duraderas y transparentes.

Y fijo un ejemplo: cuál es el tiempo real (es decir, profundo) que dedicamos a una conversación con algún amigo, familiar, pareja. Y cuánto es el tiempo que le estamos dedicando al chat, al mail, al correo E, al Blackberry. Al trabajo. Sumanos más horas en la oficina que en un abrazo, un juego compartido, un café, un compartir…en familia o en amistad.

Cuánto es el tiempo que nos dedicamos a sentarnos a la mesa, al sofá, y entablar una conversación de familia, de amistad, de compañerismo. Sin Televisión. Sin teléfonos móviles. Y acompañados. Queridos. Unidos. ¿Más unidad?¿ Más núcleo? ¿La protección de nuestros espacios? Más allá del carrousel de emociones, intereses, presiones? No lo sé. Puede ser… La vida está compuesta de momentos. Y de tiempos. Y el mundo, va en este camino. Lo valioso es darnos cuenta. Y corregir a tiempo. Y eso es aplicable a todo. Es nuestro mundo.

Ya, cierro paréntesis.

¡Nuestra Esencia!

Si hay algo que tenemos los latinoamericanos es calor. Sabor. Alegría. Corazón de naturaleza que nos rodea, nos plasma. Ya sea en el Caribe, hasta la Patagonia. O Centroamérica hacia Norteamérica. Pero todos tenemos una esencia latina que es también un ingrediente maravilloso. Y eso lo digo porque en mi vida, siempre me ha caracterizado la alegría, el amor, la pasión con que hago lo que hago. Pese a los errores cometidos, siempre hay pasión y también razón.

Hoy, hablaba con un ex alumno de mis clases de Actualidad y que estudiaba Derecho, sobre la importancia de las personas, por sobre las instituciones. A propósito del despido injustificado de un director de una Escuela de Derecho y que por años fue emblema, admirado y respetado. El me dijo que todo lo ocurrido con su director fue debido al “lucro interesado de la Universidad”. Yo le dije que no. Tiene que ver con las personas. Con los recursos humanos. Con el respeto por el resto. Por nosotros mismos. Por ese ser humano que ha dedicado su vida a un proyecto, y lamentablemente…no se le valora.

Le dije a este chico, que lo que sucede hoy en Chile y el resto del mundo, es que hemos perdido un poco el norte de lo que somos: personas. Quienes ejercen liderazgos, autoridad, representación, han perdido la brújula del amor, del respeto, de la confianza. Y para qué decir del resto: también. Vivimos procesos continúo de cambios. La vida es así. Se inician, de desarrollan y finalizan etapas. Y en ese contexto, la base, la plataforma, el núcleo debe ser LA PERSONA.-

Al final, siempre apunto a lo mismo: ¿Estamos conscientes de lo que estamos haciendo? Queremos superarnos,¿Realmente? Mi gran amigo y hermano español, Nacho García Mostazo, me decía en una carta personal, que “estamos hechos de plata y oro” y que la vida nos pone en situaciones complejas, precisamente para relucir de lo que estamos hechos. Sí Nacho, creo en mí, creo en lo que he construido, tanto en lo laboral y personal. Y es eso lo que intento transmitir hoy desde esta tribuna para ustedes.

Las reglas de los Blogs, dicen que estos deben ser cortos. Y yo trasgredo esa norma. Hoy me he alargado, porque quiero ser coherente con lo que escribo: no puedo ser escueto. No puedo ser breve, cuando lo que quiero es ser más. Crecer más. Creer más. Querer más. Y seguir extendiendo las fronteras de este Blog, que se ha convertido ya en una parte de mi corazón y mis manos.

Esta semana conocí a un abogado venezolano (Pablo Aure), luego de leer un artículo suyo sobre la realidad de la inseguridad en Venezuela. Y nada, le escribí. Y le dije que todos los países teníamos cosas maravillosas, pero también tristes o dolorosas. Ellos sufren por la inseguridad, y nosotros acá por la falta de confianzas, de desigualdad, de carencias afectivas, de optimismo. Somos una sociedad en Chile, aquejada por una competitividad desmedida, aspiracional más allá de lo que se tiene… de una ausencia cada vez mayor del factor familia, trabajo en equipo, y eso afecta… a un mundo cada vez más complejo.

Pablo, en su carta me decía que el mensaje enviado le dio fortaleza a su pensamiento. Y yo le dije lo mismo: la fortaleza es para ambos.

¿Se dan cuenta? Conversar. Decir. Sentir. Vivir. Hacerlo con pasión, con alegría, con fuerza. Con perdón y también con voluntad. Valorando lo que tenemos, lo que hemos sido y lo que podemos llegar a ser.

En el fondo, es mi corazón el que habla. Y mis dedos, las letras que impulsan estas notas donde espero llegar a cada uno de ustedes. Hoy con más comunicación. Con más cariño. Con más ideas humanas, de emprender, de valorar, de cuidar, de respetar, de admirar, de proteger, de asegurar, de caminar con más fuerza y sentir que somos un solo ser junto con aquellas personas que amamos…de verdad. Y así, construimos una mejor comunidad, una gran ciudad y el mejor país.

Pasión de vivir…no lo olvides.

Hasta la próxima.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Escribir para Vivir…


Escribir. Sentir. Pensar. Vivir. Y observar –comprensivamente- lo que nos rodea. Todo lo que nos invita a ser personas, a ser mejores. Pese a las dificultades. Pese a los obstáculos. Vivimos momentos claves en nuestras vidas respectivas…

Y en un país (Chile) donde las complejidades  sociales, se ven mezcladas entre políticas, economías, culturas,  diferencias y desigualdades. Pero también, en un país donde existe espíritu y miles de personas que quieren ser protagonistas y salir adelante. Hijos, padres, hermanos, líderes, trabajadores, empresarios. Un país y una América Latina (y globo en general) que ha olvidado por momentos el concepto y el valor de ser más ciudadanos, más personas.

Cuando escribo estas líneas, me remonto a mi infancia en aquella Venezuela de calor, de alegría, de música, de un profundo silencio bajo el mar Caribe maravillándome de la belleza marina y corales infinitos. De montañas verdes y llanos con atardeceres crepusculares inolvidables. Me remonto a la música nacional, al artista que conectaba con el sentimiento y el espíritu de cada uno de sus ciudadanos: niños, jóvenes, adultos, ancianos. Una Venezuela de ayer que sigue presente en cada uno de los corazones que vivimos en aquellas décadas de los 80 y 90. Y que en la actualidad, busca nuevamente recuperar lo que fue, más allá del chavismo.

Me remonto porque nuestro presente está hecho del pasado. Lo que somos, es lo que fuimos. Y lo que seremos, dependerá de cómo nos proyectamos y mejoramos lo que tenemos y lo que deseamos que sea real y verdadero. Como personas, como ciudadanos, como trabajadores… como todo…

Y hoy, escribiendo sobre mi país, sobre mí, sobre nuestras necesidades como personas, que anhelamos, queremos y necesitamos. Escribir sobre la vida, sobre nosotros. Sobre lo que hemos olvidado por momentos y puede ser determinante: valorarnos, creer más en nosotros y en el resto, ser más inclusivos y generosos, y pensar que más allá de estas complejidades que vivimos en Chile y el mundo, podemos superarnos, poder ser mejores, podemos crecer.

Hace unos días, tuve el privilegio de invitar a la Universidad donde trabajo (Pedro de Valdivia, en Concepción), a un prestigioso académico, docente y amigo: Víctor Hugo García. Lo invité a hablar de Chile, de los movimientos estudiantiles, y de la crisis económica global. Lo invité para que con su experiencia y sabiduría, nos ayudara a entender lo que está pasando en Chile y el Globo. Su respuesta fue: “está sucediendo que existe una crisis de expectativas”, “las personas, ahora que saben que pueden…quieren más y no pueden porque el modelo económico los sobreendeudó y no pueden generar riqueza”, “hablamos de comunidades que están más empoderadas y pueden reclamar”, “hablamos de la enorme diferencia entre el aparato público y privado y la falta de un puente de equilibrio social”.

Víctor Hugo habló de aquello que a muchos nos aqueja. De la dificultad que hemos tenido que sortear para salir adelante. Habló de la pérdida de los valores cívicos. No sólo de nosotros sino de las autoridades en general. De la ausencia de liderazgos efectivos e integradores.

Lo anterior, me sirve para escribir este artículo después de largo tiempo. Me sirve para volver a estar en contacto con ustedes y plantear algunas inquietudes que pueden ciertas o falsas. Depende de ustedes.  No escribo sobre la verdad. Sino sobre lo que pienso. ¿Creemos en nosotros mismos? ¿Confiamos? Amamos realmente lo que queremos o sencillamente vivimos marcando el paso de los acontecimientos. ¿Valoramos lo que tenemos?, ¿Nuestra tierra maravillosa, nuestros recursos, nuestra gente? Y pienso en mí, en mi familia, en mis amigos, en mi ciudad, en mi país. Y en el globo donde vivirán mis hijos cuando crezcan, y sus hijos.

En este último mes, me he dedicado a escuchar y comprender mensajes, señales y voces de gente querida. Y leer mucho. De fe, de experiencias, de noticias, de culturas, de ideas…y llego a la conclusión que el ser humano es un ser maravilloso, porque dentro nosotros tenemos un fuego interno que nos puede llevar muy lejos. Construyendo nuevos caminos desde el origen, desde el pasado, pasando por el presente y hacia el futuro.

Escribo este artículo desde el alma. De la necesidad que tenía de conversar con ustedes. De compartir mis expectativas y mis ocupaciones. De escribir sobre ideas, sobre emociones, sobre ustedes. Y darme cuenta que nunca debemos dejar de luchar por lo que queremos y anhelamos. Pienso en los estudiantes que quieren una mejor educación. Pienso en los niños que quieren una mejor familia y expectativas, en los trabajadores que necesitan sueldos dignos y climas proclives a crecer, además de menos impuestos que desangran….
Se trata de que tú, yo, nosotros, no perdamos el rumbo. De cuidarnos. De apoyarnos. De ser más solidarios. De hacer de nosotros, una mejor comunidad y sociedad.

Y no olvidar lo que somos en América Latina y nos da un sello único: somos tierra de fuego, aire, hielos, bosques… y con esencia y pasión única: tenemos una carga fuerte de amor. Pasión. Lo dice la historia. Nuestra historia. Y ahí no fallamos.

Pienso en nuestros desafíos como personas. En el amor que sentimos por nosotros mismos. Y que en cada corazón y en cada país, se vive de una manera diferente este espíritu y experiencia. Pero saben, al final todo apunta al mismo lugar. Y ustedes saben dónde.

Un gran abrazo a todos y ¡Arriba los corazones!

Hasta la próxima.