(Cristián E. Sandoval Cabezas. Periodista. Aquí, escribo de la vida con un café!)
miércoles, 27 de julio de 2011
Hay que creer
Después de casi un año vuelvo a retomar mis artículos en el blog. La verdad, es que cuando asumes el desafío de dirigir una Escuela de Periodismo y te dedicas 100% a ello, el arte y la libertad para escribir, cuesta un poco más. Me costó retomar la continuïdad y bueno. Sucedió.
Entre octubre del año pasado y enero del presente me tocó vivir: mi cierre de ciclo como académico en la Universidad San Sebastián. Una serie de infortunios muy desafortunados entre febrero y abril. Y volver al circuito laboral como gerente de comunicaciones en la histórica ciudad de Lota, a cargo de un proyecto hermoso llamado Radio Matias Cousiño 106.1 FM.
2011 ha sido un año extraño. De contrastes. De dulce y agraz. De estar más cerca de mis hijos Cristóbal y Agustín. De verlos crecer y estar orgulloso de ellos. De ver el despegue laboral de mi esposa Romina. De leer, observar, reflexionar y vivir.
Mi experiencia laboral en Lota me permitió descubrir que en Lota no existe pobreza. Lo que existe es un aletargamiento de la población. De una mala e insana constumbre de de vivir bajo un régimen asistencialista producto de su historia del carbón y de autoridades y empresarios, aprovechadores, interesados.
En Lota reconstruí una radio junto a un equipo profesional muy bueno. Rediseñé una programación sobre la base mi experiencia en CNN, en España y mis corresponsalías a medios internacionales. Y conocí historias de vida, de emprendimiento y de ganas de surgir muy valorables. Por tanto, Lota, señores, Lota es una capital de la historia, de turismo, de recursos pesqueros, forestales....pero lamentablemente desaprovechado.
Etapas
Cerré en junio pasado mi pasantía laboral en Lota y ahora me preparo para un nuevo y gran desafío que tiene dos pistas: volver al circuito académico, como docente y coordinador de comunicaciones; y por otra parte, iniciar -por fin- un camino independiente como fundador de una agencia de comunicaciones con sello humano, urbano, global, y digital.
Estoy muy contento por ello. Porque pase lo que pase, significa emprender un vuelo diferente, en nuevo escenario y con muchas ganas de poner en práctica ideas y proyectos.
Hay que creer. Creer en lo que hacemos. En que lo pensamos. En lo que anhelamos. Creer que sí podemos hacer un trabajo eficiente. Y eso lo aplico también al actual escenario que vive Chile en América Latina y el mundo. Protestas estudiantiles, desigualdad social cada vez más abismante, sobreendeudamiento de la clase media atroz (con tasas de interés más altas del mundo), un gobierno que no logra ser gobierno en unidad, armonía y proyección, sino que responde a una institución que pese a la eficiencia que ha demostrado, peca de soberbia (en algunos rubros) y carencia de equipos eficientes en materia comunicacional.
Pero hay que creer. Y firme. Hay que creer en los jóvenes, pero también hay que fomentar la disciplina, el respeto, los valores, la humildad. Creer en que ellos son el motor del cambio, pero también nosotros, los adultos debemos cuidarlos, guiarlos, reprenderlos cuando se requiere y estimularlos cuando sea necesario.
La Comunicación y la educación juegan un rol extraordinario en todo ésto. Siempre y cuando quienes jugamos este rol de comunicadores, lo hagamos con transparencia, humanismo, pasión y creatividad.
Desde octubre a marzo de este año diseñé y edité un periódico (www.lamira.cl) en Talca, en cuyas ediciones esbozé esta idea de que sin los jóvenes, sin la familia, sin la empresa humana-competitiva-innovadora, y un gobierno eficiente, en terreno, cercano a la ciudad y sus ciudadanos....el desarrollo es difícil.
Hay que creer en los proyectos. Serios. Nuevos. Propositivos. Un ejemplo: el excelente proyecto deportivo cometido por la selección de fútbol de Uruguay que en un periodo de 5 años lograron cosechar una institución deportiva nacional seria, unidad y respetable. Y gracias a eso, obtuvieron: el cuarto lugar en el Mundial de Sudáfrica (2010), el título de la Copa América 2011, y un título juvenil. Con entrenador serio, metódico y motivador: Oscar Tabarez.
En este proyecto se trabajó con jóvenes. Se creyó en ellos. Se les cuidó. Se les enseñó la palabra respeto. Y vea usted cómo tratan a la prensa y a los hinchas cuando se les acercan. Unos caballeros.
¿Y en Chile? Nos farreamos una excelente oportunidad con Marcelo Bielsa. No se le apoyó. Y se fue. Un proyecto que en 3 años y medio logró por fin cambiar la cara al fútbol de selección. No así al fútbol local. Y mire usted cómo estamos. Aún.
Es lamentable que el fútbol en Chile opaque a deportistas emergentes y que se están consagrando en el deporte mundial. Un botón: el gimnasta Tomás González, campeón mundial de gimnasia, con tan solo 21 años de edad. Un gigante del deporte, pero tan ínfimo para la atención y seguimiento público en su propio país.
Hay que creer en ellos también. En los que no tienen rating por culpa de los propios medios de comunicación. Hay que creer en Tomás González, además del Niño Maravilla, que sin desmerecer su carrera, su talento, su genialidad.....la verdad es que me cansó toda la parafernalia que la prensa armó en su figura.
Hay que creer en los de bajo perfil. En los que trabajan de manera silenciosa, disciplinada, lejos del bullicio de las noticias y los fans....hay que creer en los entrenadores que se la juegan por sus pupilos. Hay que creer en la educación física, en la educación cívica (!), en la educación bilingüe.....
Me despido, invitándolos a seguir leyendo mis artículos. Y también invitándolos a creer.
Hasta la próxima.
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