En esta penúltima semana del mes de agosto,
observo con detención lo que sucede hoy en Chile, país donde resido y de reojo:
mi bella y querida América Latina. Y conforme voy informándome a través de las
noticias y algunos testimonios de amigos y colegas periodistas, llego a una
primera conclusión: Somos un continente oportuno, verde (aún), de un enorme
capital humano (alegre y optimista) y un concepto que se me viene a la cabeza
para esta columna: somos una región de Corazones e Ideas que estamos dispuestos a re-construir
aquello que se ha venido abajo.
Lo podemos aplicar a la vida personal de cada uno
de nosotros. Ya sea en el plano afectivo, emocional o familiar. Como también a
nivel de una sociedad que trabaja, se corporativiza cada día más y lo que es
más complejo: se virtualiza a través de la masificación de las tecnologías y la
internet.
Julio y Agosto, fueron meses importantes para mí
porque significó un periodo intensivo de presentaciones de mi libro Buena Onda,
escrito en coautoría con mi amigo publicista chileno, Francisco “Pancho” Vidal.
Y en cada presentación abordamos esto de lo que hoy quiero compartir: estamos
en el mejor momento para generar los cambios sociales, culturales, políticos y
económicos que nuestra América Latina precisa.
Es el mejor momento para dar un paso adelante, y
dejar atrás la soberbia instalada no sólo a nivel de instituciones públicas y
privadas, y que mediante políticas de responsabilidad social intentan
“comunicarse” o “acercarse” a la comunidad en señal de una vinculación con el
medio eficiente. No. No es ese el camino.
El camino apunta a retomar la senda de los valores humanos, del respeto,
de la recuperación de las confianzas, de compartir la alegría de un logro y
aportar ideas en el fracaso.
Hoy, los programas presidenciales de los 9
candidatos a la presidencia en Chile, contienen conceptos aludidos a esto que
venimos planteando con Pancho Vidal en Buena Onda desde el año pasado en que lo
escribimos: o apostamos por un cambio
radial hacia una evolución de la persona que es respetada, querida, admirada y
protegida, en el buen sentido. O sencillamente, seguimos en la violencia, en el
abuso, en la manipulación.
Mi comentario apunta a que incluso, los medios de
comunicación tanto tradicionales (TV, Radio y Prensa escrita) como digitales
(blogs, redes sociales, señales on line) pueden ser un gran motor en este salto
que América Latina precisa.
Las migraciones desde Europa, en clara señal de
escapatoria a la crisis económica, hacia nuestros países latinos, grafican lo
oportuno que somos para ellos. En Chile, cada día crece el número de españoles,
que ya están posicionándose en puestos académicos, directivos, empresariales,
sociales. Las migraciones dentro de América Latina, igual.
Si a la migración, sumamos el tema de los recursos
naturales. Más vigente es este análisis: se ve reflejado en la valorización de
nuestros recursos no renovables (petróleo, cobre, gas, oro, plata) y que son
transados en los mercados
internacionales como moneda única y de capitalización especialmente para los
grandes conglomerados. El problema de
este fenómeno económico es que nos estamos convirtiendo en una región
extractiva. Todo es extraer. Y qué sucede con nuestras tierras, nuestro mar,
nuestras montañas, nuestros salares, nuestras cuencas hidrográficas… ¿qué pasa
con la inversión y siembre de nuestra América Latina, verde y azul?
Y para ir cerrando esta columna de día martes, me
encantaría proponer la siguiente reflexión: LAS BUENAS NOTICIAS. Dónde
quedaron. Quién se atreve. Qué medio de comunicación, se la juega por llevar en
sus portadas, en sus noticieros prime, un % mayor de noticias relacionadas con
hechos positivos, alentadores, provocadores de un cambio humano, alegre,
emprendedor.
En mi reciente visita a la Universidad chilena
Adolfo Ibañez, sus alumnos me mostraron la mejor cara como futuros periodistas:
quieren también ser parte de la buena onda en la información. Lo que no quiere
decir que se obvie o tape aquellos hechos negativos como la corrupción, los
abusos, las malas prácticas. El problema está en que siento que día que pasa,
nuestra sociedad, nuestra ciudad y nuestra familia se ve afecta a horas y horas
de mensajes negativos, tristes y desalentadores.
Si algún Director de Medio llega a leer esta
columna, lo invito a esta idea: provocar un cambio humano, diferente y
entretenido poniendo como pauta informativa: aquellos hechos que producen una
sensación de alivio: noticias, hechos, testimonios de éxito, de vida, de
renacer, de revivir, de amar en lealtad, en respeto, de conquistar triunfos
deportivos, culturales o sociales con dignidad, sabiduría y disciplina.
En esta carrera que he iniciado como escritor y
que me tiene de cabeza en mi segundo libro, suelo evocar mi experiencia de vida
en países maravillosos de América Latina como Venezuela, Colombia, Ecuador,
Brasil, Perú y Argentina. Y llego a la conclusión, que somos un gran
continente. Todos. Incluidos. Unidos. Valorando cada espacio territorial. Cada
momento de la historia. Nuestra historia. Respetando el medio ambiente y el medio
social. Cultural. Recuperando la pasión por la lectura, el deporte y cuidando
nuestra nutrición, que cada día coquetea con la manipulación genética de sus
componentes.
…y el amor. Ese amor que poetas, escritores,
narradores, ensayistas y nosotros mismos llevamos dentro como protagonistas de
nuestra historia. La que no queremos perder. Y vivir.
En resumen:
América Latina, es decir, nosotros, debemos
despertar y evolucionar. Basta de Revoluciones. Es hora de la Evolución. Y
quien se atreva a emprender este viaje (maravilloso, difícil y único) habrá
logrado –a mi modo de ver- ser parte de esta maravilla que Dios nos dio: la
Vida.
(Quiero dedicar esta columna a una persona cercana de mi trabajo que recientemente falleció, muy joven. Trabajador. Emprendedor. Leal. De esas personas, que uno dice: porqué. Porqué se fue. Y hoy, en momentos en que su familia lo despide...quiero dedicarte estimado Alberth, esta columna de la Buena Onda y América Latina, porque siempre te recordaré como un compañero de trabajo de lujo. Un abrazo querido amigo y buen viaje hacia el Cielo).
Hasta la próxima.
1 comentario:
La buena noticia, amigo mio, es que gracias a Dios, la buena onda es altamente contagiosa y aunque no nos demos cuenta, quienes la llevamos en el ADN la vamos esparciendo con sólo transitar por la vida. Chile va creciendo y evoluciona a una calidad de vida mejor. Tengo fe de que nuestros hijos vivirán en este nuevo sistema, optimista y feliz. Un abrazo desde el lluvioso sur.
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