sábado, 12 de noviembre de 2011

Escribir para Vivir…


Escribir. Sentir. Pensar. Vivir. Y observar –comprensivamente- lo que nos rodea. Todo lo que nos invita a ser personas, a ser mejores. Pese a las dificultades. Pese a los obstáculos. Vivimos momentos claves en nuestras vidas respectivas…

Y en un país (Chile) donde las complejidades  sociales, se ven mezcladas entre políticas, economías, culturas,  diferencias y desigualdades. Pero también, en un país donde existe espíritu y miles de personas que quieren ser protagonistas y salir adelante. Hijos, padres, hermanos, líderes, trabajadores, empresarios. Un país y una América Latina (y globo en general) que ha olvidado por momentos el concepto y el valor de ser más ciudadanos, más personas.

Cuando escribo estas líneas, me remonto a mi infancia en aquella Venezuela de calor, de alegría, de música, de un profundo silencio bajo el mar Caribe maravillándome de la belleza marina y corales infinitos. De montañas verdes y llanos con atardeceres crepusculares inolvidables. Me remonto a la música nacional, al artista que conectaba con el sentimiento y el espíritu de cada uno de sus ciudadanos: niños, jóvenes, adultos, ancianos. Una Venezuela de ayer que sigue presente en cada uno de los corazones que vivimos en aquellas décadas de los 80 y 90. Y que en la actualidad, busca nuevamente recuperar lo que fue, más allá del chavismo.

Me remonto porque nuestro presente está hecho del pasado. Lo que somos, es lo que fuimos. Y lo que seremos, dependerá de cómo nos proyectamos y mejoramos lo que tenemos y lo que deseamos que sea real y verdadero. Como personas, como ciudadanos, como trabajadores… como todo…

Y hoy, escribiendo sobre mi país, sobre mí, sobre nuestras necesidades como personas, que anhelamos, queremos y necesitamos. Escribir sobre la vida, sobre nosotros. Sobre lo que hemos olvidado por momentos y puede ser determinante: valorarnos, creer más en nosotros y en el resto, ser más inclusivos y generosos, y pensar que más allá de estas complejidades que vivimos en Chile y el mundo, podemos superarnos, poder ser mejores, podemos crecer.

Hace unos días, tuve el privilegio de invitar a la Universidad donde trabajo (Pedro de Valdivia, en Concepción), a un prestigioso académico, docente y amigo: Víctor Hugo García. Lo invité a hablar de Chile, de los movimientos estudiantiles, y de la crisis económica global. Lo invité para que con su experiencia y sabiduría, nos ayudara a entender lo que está pasando en Chile y el Globo. Su respuesta fue: “está sucediendo que existe una crisis de expectativas”, “las personas, ahora que saben que pueden…quieren más y no pueden porque el modelo económico los sobreendeudó y no pueden generar riqueza”, “hablamos de comunidades que están más empoderadas y pueden reclamar”, “hablamos de la enorme diferencia entre el aparato público y privado y la falta de un puente de equilibrio social”.

Víctor Hugo habló de aquello que a muchos nos aqueja. De la dificultad que hemos tenido que sortear para salir adelante. Habló de la pérdida de los valores cívicos. No sólo de nosotros sino de las autoridades en general. De la ausencia de liderazgos efectivos e integradores.

Lo anterior, me sirve para escribir este artículo después de largo tiempo. Me sirve para volver a estar en contacto con ustedes y plantear algunas inquietudes que pueden ciertas o falsas. Depende de ustedes.  No escribo sobre la verdad. Sino sobre lo que pienso. ¿Creemos en nosotros mismos? ¿Confiamos? Amamos realmente lo que queremos o sencillamente vivimos marcando el paso de los acontecimientos. ¿Valoramos lo que tenemos?, ¿Nuestra tierra maravillosa, nuestros recursos, nuestra gente? Y pienso en mí, en mi familia, en mis amigos, en mi ciudad, en mi país. Y en el globo donde vivirán mis hijos cuando crezcan, y sus hijos.

En este último mes, me he dedicado a escuchar y comprender mensajes, señales y voces de gente querida. Y leer mucho. De fe, de experiencias, de noticias, de culturas, de ideas…y llego a la conclusión que el ser humano es un ser maravilloso, porque dentro nosotros tenemos un fuego interno que nos puede llevar muy lejos. Construyendo nuevos caminos desde el origen, desde el pasado, pasando por el presente y hacia el futuro.

Escribo este artículo desde el alma. De la necesidad que tenía de conversar con ustedes. De compartir mis expectativas y mis ocupaciones. De escribir sobre ideas, sobre emociones, sobre ustedes. Y darme cuenta que nunca debemos dejar de luchar por lo que queremos y anhelamos. Pienso en los estudiantes que quieren una mejor educación. Pienso en los niños que quieren una mejor familia y expectativas, en los trabajadores que necesitan sueldos dignos y climas proclives a crecer, además de menos impuestos que desangran….
Se trata de que tú, yo, nosotros, no perdamos el rumbo. De cuidarnos. De apoyarnos. De ser más solidarios. De hacer de nosotros, una mejor comunidad y sociedad.

Y no olvidar lo que somos en América Latina y nos da un sello único: somos tierra de fuego, aire, hielos, bosques… y con esencia y pasión única: tenemos una carga fuerte de amor. Pasión. Lo dice la historia. Nuestra historia. Y ahí no fallamos.

Pienso en nuestros desafíos como personas. En el amor que sentimos por nosotros mismos. Y que en cada corazón y en cada país, se vive de una manera diferente este espíritu y experiencia. Pero saben, al final todo apunta al mismo lugar. Y ustedes saben dónde.

Un gran abrazo a todos y ¡Arriba los corazones!

Hasta la próxima.

1 comentario:

pata dijo...

Interesantes y refrescantes tus puntos de vista y certeros tambien los del Sr.Victor H. Garcia. Gracias por compartirnos tus comentarios.