Un país, se hace de sus personas, de sus corazones,
de sus ideales, del respeto por las personas y el medioambiente.
Una nación se hace grande, desde los principios,
sus valores (éticos y humanos), de una convivencia sana, espiritual y basada en
el amor.
Una comunidad, de personas, se hace desde una
relación interpersonal honesta, afectuosa. Desde la amistad, el cariño, la
familia, y el fortalecimiento de dichas relaciones, por cierto, humanas.
Todo lo que pensamos, finalmente se hace realidad.
Todo lo que observamos, no siempre es lo que aparenta ser. O lo que escuchamos.
Todo depende de cómo lo asimilamos, lo interpretamos y lo bajamos a la
realidad.
No siempre, lo que nos muestran los medios, es la
realidad. No siempre, lo que pensamos a primera, es lo que perdura. Hay que dar
tiempo a la comprensión y también comprometernos con estos tres estamentos:
comunidad, país y nación.
El amor, el respeto, las confianzas, la alegría y
la transparencia, es una ecuación que se me viene a la mente, a una semana que
Chile y sus 17 millones de habitantes serán testigos de una elección presidencial.
La más sucia que me ha tocado observar en mi vida, la más carente de contenidos
de gran parte de los candidat@s presidenciales y lo que más se asusta: las
elecciones con mayor indiferencia de parte de los millones que vamos a ir a
votar, sin tener claro por quién votar.
Resulta inverosímil que las encuestas, el (manipulador)
discurso político, y el show electoral, sea el que determine finalmente los
resultados del próximo domingo 17. Miro hacia el norte y su Caribe, y veo como
Venezuela se desangra en violencia callejera, escasez de alimentos (y para peor
el propio gobierno ordena saquear los supermercados y centros comerciales), soberbia
presidencial y un pueblo dividido, precisamente porque el país no fue capaz de
INTERPRETAR y darse cuenta que los discursos sin contenido, el populismo y el
hambre de poder y continuismo de los partidos, era la semilla de un infierno
social, económico y político que vive hoy ese país maravilloso, y rico en
personas y recursos naturales renovables y no renovables.
Pero creo en la esperanza. La que está en ti, en
tus pensamientos, en tu capacidad creativa. Nuestra capacidad de ser personas,
un cambio necesario y urgente. Creo que la energía que emana de nuestros
corazones, y de un Dios, que siendo Universo, nos lleva a esa sabiduría de
pensamiento, obra y MISIÓN.
En este día domingo, día en que muchos
reflexionan, otros descansan, muchos trabajan, pero hay millones de personas
que esperan solidaridad, ayuda o están pasándola muy mal, me atrevo a decir que
con un pensamiento positivo, con un deseo, con un proyecto en común, con ganas,
con amor, con pasión, podemos ayudar y dar el giro que nuestras vidas precisan.
Vamos, vamos que se puede. Hoy, me propongo ser
más. Más de lo que soy, más de lo puedo llegar a ser. Igual que tú. Todos
nosotros podemos. Pensemos en que esa alegría vida, ¡Pura Vida! Está tan cerca
de nosotros.. y a veces, la dejamos partir sin darnos cuenta.
A mi gente (maravillosa) de Venezuela, Fuerza! El cambio está cerca. En ustedes mismos.
A vivir, a votar, a botar las malas vibras, a
pensar en nosotros, en nuestro país y América Latina, en nuestra gente.
Feliz Domingo!
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