Hace 41 años, llegué a este planeta como un ser pequeño, en los brazos de Mamá y con el corazón hinchado de orgullo de Papá. Hace 41 años, comenzó esta aventura que en este mundo llaman de múltiples y complicadas maneras: crecer, estudiar, conocer, saborear, experimentar, alimentarme. Aprender. Seguir... Y que si tuviera que buscar un par de palabras que me identifiquen con este número 41, sería MAGIA y AMOR.
La Magia comenzó hace 41 años, un 29 de septiembre de 1973, y en una clínica de Santiago de Chile (Las Lilas), lugar donde llegué a este mundo para ser feliz.
Claro. Ser feliz. Y desde entonces, mi vida ha estado llena de Magia y Amor. La Magia de crecer. De recibir toda esa energía maravillosa de dos personas que en alianza de amor y deseo, me concibieron y bajaron de esa estrella universal donde todo existe y todo vive.
La Magia de vivir y revivr, entre alegrías, penas, amarguras y esperanzas. Sueños. Agua. Luz. Horas sin dormir, mientras mis pensamientos escriben nuevas páginas a través de mi corazón y que siempre decanta en un artículo. O también, en un libro. Sí! Un libro! Hoy, por fin, tengo en mis manos listo para su publicación, mi segundo libro: A Pura (da) Vida!
En estos 41 años de vida, soy testigo que Dios y el Universo han estado conmigo. En las buenas y en las malas. En las puras e impuras. En las difíciles. Y en las que todo fluye. He visto y he sido testigo de las señales más potentes al momento de enfrentarme a la muerte y a la nueva vida. Ya sea en un accidente de tránsito, en un asalto o un secuestro. O en el nacimiento de mis dos pequeños guerreros.
He visto pasar delante de mi, noticias, hechos terribles y maravillosos. Reportajes. Y he escrito sobre lo que sucede, lo que nos rodea y nos empalma como responsables de una sociedad civil comprometida y a veces no tan comprometidas.
He sido testigo de la existencia a través de mi vida de personas maravillosas, mágicas. Y otras, complicadas, difíciles por no decir, tortuosas e imposibles. Personas que me han ayudado a ser mejor. Y a a veces, convertirme en un ser que desde las alturas de mis pensamientos, de mis ganas, de mi pasión por la vida, puedo escribir algunos párrafos con sentido o sin sentido, y lograr tocar el corazón.
Mis vivencias en Chile, en Venezuela, en Estados Unidos, España, Brasil, Francia, Argentina, no sólo son timbres de pasaporte. Son timbres que han marcado mi corazón. Timbres que han marcado mis sentidos y han abierto en mi, nuevas ventanas de esperanza y de emprendimiento. Ese timbre o sello que te va dejando un poquitico de ese territorio cargado de historias, sueños.
Las personas del mundo, son como los ángeles. Llegan y vuelan. Se van. Te protegen. Te animan. Te sonríen. Y se van. Todos somos ángeles. Los ángeles del universo, del amor, de la vida. Sólo, que no nos damos cuenta.
No nos damos cuenta que en cada uno de nosotros existe un poder infinito. El poder de la sabiduría, el poder de vivir, el poder de sonreír, de ser felices, de levantarnos todos los días con un propósito. Y en ese propósito, transferir ideas, sentimientos, ganas, fuerza, convicción. A veces, pienso que lo más triste es que millones de personas viven cegadas en sus propios miedos, temores y dudas.
Y no rompen el celofán. No abren la ventana. O no usan la llave para abrir una puerta. La puerta para ser feliz.
Cada vez que camino con mis hijos, en sendero al parque o a jugar a la pelota, nos miramos, nos sonreímos y nos profesamos una alianza: la del amor. Para la Vida. Para nosotros mismos. Para crecer sanos y que lleguen y vuelen alto.
Cuando bebo un café con una amiga o o un amigo, el aroma de la libertad de una amena conversación, de un sabor sincero, me hace pensar lo inmenso que somos. Y lo increíble que son las conversaciones para nuestras almas.
O cuando vuelvo a abrir la ventana de mi corazón y dejo entrar el aroma suave, la brisa fresca, el sabor a mar, la textura a arena. Aún ahí. O sin estar ahí, pienso que merezco volver a sentir lo que alguna vez pudo ser. Amor al fin.
En estos 41 años de vida, en este lunes 29 de septiembre, estoy convencido que soy feliz. Que todo lo que me rodea es señal potente que Dios, ese Dios Universo, ese Dios que está en todo lo que nos rodea, me bendice, me ilumina y me anima a escribir este artículo. En brindis por la Vida. En brindis suave y frutoso por lo que más queremos.
Gracias a todos por compartir conmigo, este brindis. En estos 41 años de Magia y Amor. Y decreto otros 41 años de Amor, Vida, Esperanza, Ideas e Inspiración para todos ustedes que me han acompañado, me siguen y me esperan.
Un abrazo especial a mi gente de Venezuela. País dueño de la mitad de mi corazón. País de familia, amigos, magia y amor. País que espera un milagro. Y que estoy seguro que si todos hacemos magia, podremos recuperarlo. Fuerza mi gente! Fuerza mi Venezuela querida.
Los invito a leer mi segundo libro A Pura (da) Vida!, que espero pronto llegue hasta sus manos y vivan conmigo la Magia y el Amor, de una Vida pura y sin prisa. Pura Vida!
Se les sonríe...se les quiere....
Cristian
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