..faltaba poco para empezar y allí estaba. Firme. Infinito. Entre medio de Maestros o Bosques lleno de espíritu, de luz. De pasado y más allá, un futuro.
Se detuvo. Lo observó. Y se acercó para olerlo. O sentir a través de su tronco como piel, desgastada por los siglos, seguía vivo. Y cuando lo acarició, despertó y a través de la brisa fresca y húmeda del aquel segundo, el Árbol le susurró: ¿quién eres?
- Un Mago- le respondió.
-Y porqué viene un Mago hasta este lugar tan perdido en el tiempo y el espacio de nuestros pensamientos...- le preguntó el Árbol.
-Cuando viajaba sentí un aroma diferente. Sentí un deseo nuevo, misterioso. De llegar hasta acá. Necesitaba buscarte. Necesitaba estar aquí y verte de nuevo. Han pasado siglos desde aquella vez. Y aquí estás...
-Eres un Mago que viaja a través del tiempo, de mis siglos vividos. Y otros vacíos. De las historias que he abrazado con mis hojas otoñales y otras verdes primaverales. Y aquí, en estas raíces, deposito una magia especial para tí...te esperaba.
En ese instante, el Mago, de ojos infinitos, brazos fuertes y piel dorada por los siglos de viajes y magia, se hinca. Posa su cabeza sobre el tronco del Árbol y una raíz emerge de la tierra humeda y dulcemente en aroma a bosque, y sube a través del tronco y llega hasta sus manos.
Allí, el Árbol suma fuerza, brisa, y con la luz del amanecer y el atardecer juntos, le susurra....
-Llegaste. Aquí estás. Aquí, está la Magia. Concéntrate. No es tu pasado ni tu presente, y tampoco tu futuro. Es TODO. Como música, como aromas del Oriente, o la sensualidad de cientos de amazonas y sirenas que juegan a placer... o donde el centauro corre veloz a través del desierto y la montaña. Allí, donde mires...posarás la magia de tu interior, Mago!- seguía susurrando el Árbol.
Una lágrima empezó a recorrer la mejilla del Mago. Una lágrima de cristal, en azul y en plata. Y sus recuerdos empezaron a jugar con sus deseos. Mientras una suave brisa y un poco lluvia, se hacía presente en el lugar y ambos seres, se abrazaban en señal de voluntad y de pacto.
-Las lágrimas de un Mago, son eternas. Mago.
-Mis lágrimas, eternas, Árbol me dicen que la Magia de tus raíces es la fuerza que necesito para subir y elevarme entre tus ramas...y seguir mi ruta. Mi camino. Mi destino.
El Mago, sintió que el vuelo llegaba como la brisa inesperada. Sus pensamientos volaban. Su deseo, inspirado, poseído por una Vida mágica y entre guerreros y batallas miles vividas bajo los truenos y los desiertos, y un corazón dispuesto a vivir.
-Tu corazón es muy fuerte. Es misterioso como la Magia que llevarás hasta todos los pueblos y aldeas de nuestro Universo. Ese Universo que quieres descubrir, que quieres sentir, y conocer para llegar a tu destino...- le señaló el Árbol, esta vez bajando unas ramas y posándolas sobre sus hombros caídos pero dispuestos a seguir el camino.
El Mago seguía a los pies del árbol. Abrazado. Sumido en un sueño perdido de niño, sueño que seguirá viviendo por miles de años a través de la Magia de su Universo.
-Alza. Alza tu mirada. Alza tu vuelo mago. Ya estás preparado. Lo tienes. Es la fuerza tu de tu vida, y la de miles de almas que llevas en tus manos cada vez que posas tu mirada en la ruta. Son multitudes de pueblos y personas que te esperan, Mago. Ven. Posa tus manos en mis raíces.
Al tocar sus raíces, un concierto empezó a sonar. Y un canto de mujer hizo eco a través de ese bosque. Voz sensual. Y en cada sonido, una voz en su interior, le decía que debía hacia la ruta. Ese destino incierto, pero suyo. La voz del concierto de los árboles, de las flores, de las estrellas que bajaban en forma de pequeñas y microscópicas luces multicolores.
-Cierra tus ojos, Mago. Escucha. Es ella. Esa voz dulce que sientes ahora. Es la voz que debes seguir. Siente su aroma. Siente sus lágrimas. Percibe sus sentimientos..- le describía el Árbol mientras sus ramas empezaban a alejarse del cuerpo poseido de la dulce melodía, en piano, en voz dulce, de ese ser....
Se paró. No lo miró hacia arriba. Sólo posó sus manos sobre el tronco, grueso, infinito, como un muro romano. Acercó su frente. Sintió la energía del lugar. Sintió el aroma. Y mientras movía su traje obscuro y plateado por la luz que se colaba entre otros árboles...el Mago atinó y escribió en la tierra:
MAGIA.
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