miércoles, 31 de diciembre de 2014

2015: había una vez

Había una vez, un año que nos invitó a ser mejores. A creer. A ser felices. A ir por la vida, sonriendo, soñando de nuevo, creyendo en la esperanza. Un año que nos dejó abrazados y nos vuelve a abrazar al despedirse. 

Había una vez momentos, recuerdos, personas que llegaron a nuestras vidas, y luego partieron. Unos más allá. Otros un poco más cerca. Pero siempre los llevaremos en el corazón. 

Había una vez un año que nos trajo la oportunidad para seguir siendo mejores. En medio de problemas, tensiones, dificultades. No obstante ello, el año nos dice que podemos. Que sí podemos ser mejores. Sí podemos corregir, enmendar o redirigir el rumbo hacia aquellos objetivos que queremos alcanzar.

Hubo un año en que nacimos. Otro, crecimos. Nos formamos. Y vamos soñando, aspirando, emprendiendo rumbos infinitos, cercanos y lejanos. Entre kilómetros y millas de distancia. Entre ciudades y países. Pero ahí estamos: viviendo, compartiendo, conociendo nuevos pueblos donde la OPORTUNIDAD existe. Para vivir y revivir.

Había una vez un año en que me invitó a tocar la arena con los pies, a sumergirme en aguas cristalinas y encontrar estrellas de mar, mientras la luna se convertía en sirena, y el amor llegaba a mi vida como una historia inolvidable y por vivir. El año del amor, en que no hay distancia ni tiempo. El año en que nada ni nadie nos impide ser felices. Porque sólo depende de nosotros.

Había una vez un año, en que el mundo pese a las tragedias aéreas, a las guerras civiles, a la violencia y soberbia de gobiernos incoherentes con su rol social, pese a ello, su gente, nuestra gente sigue adelante: porque tienen un sueño: vivir. Y abrazar la esperanza de tener un mejor año.

El planeta, nuestra verde pero cada vez más contaminado planeta, nos acoge, nos bendice, con sus aguas, sus árboles y selva, su nieve, su desierto, sus animales, su flora. Un año en que nos ruega a gritos que cuidemos el planeta. Y aprendamos a recibir las señales y energías maravillosas que nos regala en cada amanecer, crepúsculo o noche estrellada.

Y entre brindis, luces, fuegos artificiales, abrazos, también habrá tristeza, recogimiento, dolor, ausencia, desesperanza. En no pocos. Y por ellos, también debemos brindar. Porque el perdón, existe. Porque el reencuentro produce un camino nuevo, y ayuda a vivir de mejor manera. Porque la pérdida de un ser querido no se matiza con uvas, champaña o una llamada telefónica. Sólo el amor verdadero, compartido todos los día del año, en amistad, compañerismo y atención, puede matizar aquellos sentimientos de personas a quienes el Año nuevo, no es más que un número nuevo.

Había una vez, un año en que jugué como niño, soñé como nunca soñé y hoy lo veo en mis hijos y miles de niños que como yo: quieren seguir soñando y sonriendo. A ellos, hay que cuidarlos.

Y la llave, el éxito, la abundancia que queremos, la salud que precisamos, el amor que buscamos, tiene una fórmula especial para conquistarlo: AMOR. Sólo Amor. Partiendo por Dios, por el Universo, por ese Supremo que nos ilumina, aún cuando no seamos creyentes, porque en el fondo: estamos hechos de amor.

Y si de llave se trata, si fórmula se quiere o plan necesitamos para triunfar, todo está en ser como somos, seguir ese impulso que nos mueve, alcanzar lo que queremos alcanzar, trabajar firme, respetando, cuidando, alimentándonos sano, sonriendo más. Escribiendo lo que decretamos. Creyendo que podemos. Que somos más. Que el sol nos ilumina, aún en el día más nublado. 

Que el éxito se basa en comenzar de nuevo. Aún cuando nos caigamos. Que la soberbia y el orgullo son barreras que podemos superar. Que los miedos los derrotamos con valentía, fortaleza, ética y coraje. 

Todo los Años, son nuevos. Lo que dejamos atrás es experiencia. 

La sabiduría de vivir. De crecer. De valorar lo que tenemos. De arropar ganas, emprendimiento, ideas y proyectar todo ello en un deseo profundo de triunfo personal o colectivo. 

Había una vez, el año en que vi que la alegría es el mejor remedio para expresar optimismo, y derrotar la tristeza. 

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Y si de amor se trata, había una vez un año, en que un abrazo, un beso, una carta, una llamada, un regalo, una sonrisa cómplice, un caminar juntos o separados, también es camino (certero) de amor.

Había una vez...una playa llamada Casal. Donde se escriben miles de historias eternas, sensuales, maravillosas. Donde dos seres mágicos, se encuentran o reencuentran, en un abrazo cálido, bajo las estrellas, bailando entre sirenas y ángeles, y brindando por un Año Nuevo, para siempre.

feliz Año

Se les quiere,

Pura Vida! Puro éxito en este año 2015


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