sábado, 20 de diciembre de 2014

Navidad... en Vivo y Directo

En breve volveremos a vivir y compartir una nueva Navidad. Y que según la historia cristiana dice relación con el nacimiento de Jesús y todo un símbolo de fe o creencias en torno a un ser Universal. 

Incluso para los no creyentes, la Navidad es un momento que se vive en torno a cientos de sucesos: regalos, cenas, encuentros, reflexiones, viajes,  balances o conclusiones, vivencias al fin.

No es primera vez que escribo sobre la Navidad en este blog. En todos los artículos me he referido a la esencia verdadera de lo que representa la Navidad para mí. Y que hoy, no haré la excepción. 

Estos últimos días, me he dedicado a observar a mi ciudad, Concepción. He participado de actividades navideñas de mis pequeños hijos Cristóbal y Agustín, en sus respectivos colegios. Leo la prensa, las noticias. Y automáticamente activo mi memoria aún fresca de mis primeros años de experiencia navideña, y llego a una primera conclusión: percibo la ausencia del verdadero sentido de la Navidad, con todos sus símbolos adjuntos.

Y también percibo un aumento cada vez desmesurado del consumo, del estrés por regalar o recibir, y el aumento de las visitas a los bancos y financieras por encontrar el mejor crédito para pasar las fiestas. ¿Créditos para ser feliz? mmm, no lo creo.

En la televisión (chilena, por lo menos) abundan los reportes sobre dónde comprar el mejor regalo, las tendencias, lo que los niños pedirán o esperan, y pare de contar. ¿Noticias? Wao. No lo creo. 

No estoy en contra de la alegría que produce un sentir en fiesta y preparar ese obsequio. O la misma cena de navidad. Lo que me preocupa es si estamos siendo cuerdos o equilibrados en torno a vivir una Navidad centrada en lo que realmente es o cómo se inició esta tradición. 

Este año, Chile y el mundo no ha estado ajeno al dolor y  a la tristeza, como resultado de la violencia, de la pobreza, del dolor por una perdida familiar, por la delincuencia, por la crisis económica y social de sus países, por una tragedia natural que se llevó vidas. Miles y miles de sucesos que siguen ocurriendo y no lo apreciamos en su real dimensión.

O por aquellos que durante estos días nos observan en vivo en y en directo, sin tener ellos un centavo para comer, un trabajo para sobrevivir o vivir, o aquellos que están separados en medio de crisis familiares, migrantes, aquellos que viven sus últimos días en ancianatos, hogares de menores o la misma cárcel. O los enfermos, en los hospitales. Tanta gente que no tendrá la oportunidad de vivir una Navidad en alegría...

La Navidad, siempre la concebí como un momento hermoso, de música navideña, de villancicos, de clases de historia sobre el pesebre, de la importancia que tuvo Jesús como protagonista de una Historia en la cual se hacen parte millones de cristianos en la tierra, de los Reyes Magos, de novelas infantiles donde el libreto del encuentro, el reencuentro y la esperanza son línea clara de un antilibreto que vivimos hoy en vivo y en directo.

La Navidad donde Mamá y Papá, se sentaban con nosotros en la mesa, rezábamos o dábamos gracias por lo recibido, y posteriormente salíamos a compartir juntos a mis tíos y primos venezolanos, mientras se cantaban parrandas y nos deleitábamos con los alimentos tradicionales de navidad. Sin ennumerar cuántos regalos recibíamos. 

La Navidad de llevar canciones a los ancianos que estarían solos la noche del 24, o de invitar a niños huérfanos a nuestra mesa para cenar. O de llevar una caja de alimentos exquisitos a una familia sin recursos durante la cena de noche buena.

Hoy, al ir a buscar un remedio a la farmacia, muy cerca de mi casa en Concepción, en pleno corazón de Concepción (tercera ciudad de Chile), me llevé un trágico momento. Ver tirado en la puerta de la misma farmacia, a un hombre joven en situación de calle (mendigo), golpeado en su rostro, dormido y herido, y frente a la mirada indiferente de quienes pasaban por ahí. La calle que nos habla, mediante el dolor y el abandono, al tiempo que miles pasaban por ahí con bolsas de regalo.

Dolor, rabia, desconcierto. Mientras muchos comían o compraban antigüedades, a pocos metros de este hombre joven tirado en el suelo, yo pensaba lo siguiente: ¿ en qué sociedad nos hemos convertido o no estamos convirtiendo, frente a la desigualdad, la pobreza, la violencia, el dolor de aquellos que no tienen la oportunidad que Dios nos regala?

De qué sirve todo este show navideño de galerías repletas de adornos, ofertas, créditos, y tipos disfrazados de Santa Claus, si al otro día, ese frenesí se convierta en rutina. Y en olvido. 

La Navidad, mis queridos amigos, la asumo como una invitación que nos brinda la vida para valorar lo que somos, quienes somos y porqué somos. La Navidad de estar junto a nuestros seres queridos. De recordar que se trata del nacimiento de un pequeño ser que con los años creció y representó la esperanza, el perdón, la reconciliación y la vida.

La Navidad del pesebre, de un arbolito maravilloso, donde todos participamos. Donde cantamos, celebramos en justa medida. Navidad donde le enseñamos a nuestros niños, que el regalo más importante son ellos. Ellos como personas, como seres que nacieron para ser felices y estar acompañados y protegidos por todos nosotros.

La Navidad del amor, de recordar que podemos ser mejores personas. Que podemos aportar a nuestras ciudades. Que podemos ser un factor de cambio y ayudar a los demás. Que podemos brindar ayuda, escuchar a aquellos que necesitan ser escuchados, de brindar un abrazo, una taza de café o un plato de comida oportuno. 

La Navidad de sentirnos mejores, de respirar plenitud. De ser felices.

No sólo se trata de llevar bolsas cargadas de regalos. Bienvenidos esos regalos. Pero los invito a que en esa bolsa de maravillosos regalos, también agreguemos otro tipo de obsequios:

- corazones
-sonrisas
-agradecimiento y perdón
-ayuda o apoyo a quienes más lo necesitan
-querernos, respetarnos, admirarnos!
-una llamada telefónica 
- una invitación
-una visita
-un reencuentro
-un emprender (de nuevo)
-un abrazo
-un beso
-un volver a estar juntos
-un acercanos
-un decir: GRACIAS

Esta Navidad voy a llenar mi pequeño gran arbolito de todos estos deseos para mí, para mis hijos, para mi familia y para todos ustedes, que me han leen desde todo el mundo y que pronto llegaremos a los 50 mil lectores.

Esta Navidad voy adornar mi pesebre hecho con las manos de mis pequeños Agus, Cris y las mías, con un corazón dibujado para todos ustedes y nosotros.

Voy a sentarme, abrir un exquisito vino, y brindaré por todos. Dando gracias Dios por la vida, por lo que viene, por lo que somos, y por la esperanza. Porque Navidad, también es esperanza. La esperanza de hacer crecer nuestras vidas con hechos sencillos pero simbólicos. Como el pesebre.

Feliz Navidad....Feliz Navidad para todos mis queridos amigos y lectores!

Se les quiere y aprecia mucho

Cristian

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