¡Un gran saludo! Y como dije ayer: Buenos Días!!!
Con exclamación. En mi columna de ayer les hablaba sobre el poder que existe en
nuestra actitud, en nuestros pensamientos y en el amor que todos guardamos
dentro. Y para qué decir, de la motivación. El problema está en el medio: en
los contextos en que cada uno se desempeña. Muchas veces, determinan nuestro poder. ¿Qué vas a hacer al respecto? Ganar, ¿verdad? Avanzar!
Hoy, quiero compartir la siguiente
reflexión a propósito de lo que se vive en Chile con motivo de la conmemoración
de los 40 años del Golpe Militar del 11 de Septiembre de 1973.
La verdad es que yo nací 18 días después del golpe
militar encabezado por el general Augusto Pinochet Ugarte, en quien recae el
peso de una historia avalada en lamentables violaciones a los derechos humanos,
así como también voces que lo apoyan por lo cometido en aquella época, muy convulsioanda en lo social y económico: donde lo político, para variar, era el detonante, la "música" que hizo mucho ruido, y generó un país sumido en el miedo. Y sembró mucho odio. Hasta hoy. 40 años después.
Siendo un bebé en aquella época, no puedo opinar. Tampoco viví en Chile durante aquellos años. Mis respetos a todos quienes sufrieron.. Nada justifica la violencia y el horror. Nada. Ni nadie.
Sólo dar gracias a
Dios que nadie de mi familia sufrió los embates de una dictadura militar que
hoy, sigue dividiendo a Chile. Y de eso quiero comentar: de las divisiones, de
la polarización y el aún recuerdo que existe en este país que lo hace ser más
sensible frente a hechos repudiables.
De un país, que año a año, sigue pegado en la polarización: entre quienes repudian y entre quienes justifican. El problema es quién se queda con la verdad. Ellos?, tú?, yo?, nosotros? Los medios de comunicación? Los políticos?
La pregunta es: cuándo avanzamos. Cuándo nuestra
sociedad, además de pedir perdón, entrega justicia, siembra acciones de paz,
de reencuentro (definitivo) y da un paso hacia adelante en pos de un país que lo tiene todo para ser un “paraíso”
sudamericano. Chile lo tiene todo, pero a la vez lo pierde. Y cada vez, no
tiene nada. Todo debido a la polarización. A esta rabia que cada día se cierne más sobre su gente, especialmente niños y jóvenes que sin haber vivido en aquella época se hacen eco de esa violencia sembrada.
Lamentablemente, la política chilena ha ensuciado el
dolor, la rabia, la tristeza y por cierto, el perdón. No es que no lo valore,
pero pedir perdón por los hechos ocurridos en la dictadura y el golpe militar
de 1973, faltando menos de dos meses para elecciones presidenciales, me suena a
soberbia, aprovechamiento político-electoral. Y lo que es peor: la mayoría de
los chilenos no cree en los discursos de las autoridades y los candidatos. ¿Por qué ahora? Es un perdón sincero? Dudo de los discursos tanto de los políticos de izquierda como de derecha. Dudo de los mensajes en tiempos electorales. Creo más en el trabajo silencioso de aquellos quienes trabajan en superarse dicha tristeza, pérdidas y sacan adelante sus vidas. ¿O eso no es noticia?
La división y la polarización es semilla de odio,
quiebres, de mala conducta, de mala onda. Y en Chile, lamentablemente, se vive
y convive con ello.
La TV, peor. Reviviendo el dolor, la rabia, con
reportajes y notas periodísticas que rayan en lo redundante y ya sabido. Me
pregunto, cuando el periodismo chileno promoverá la paz, el reencuentro,
producirá un reportaje donde el mensaje sea ese: avanzar, crecer y ser un país
unido.
Tenemos artistas, deportistas, humanistas,
emprendedores, trabajadores sinceros, empresarios sacrificados, familias
comprometidas, organizaciones sociales y solidarias de verdad, niños felices y
creativos, ancianos con una sabiduría enorme por entregar a nuevas generaciones
(perdidas), etnias maravillosas, geografía riquísima y hermosa…lo tenemos todo,
pero al mismo tiempo: dividido.
Mañana Chile estará nuevamente con noticias de
manifestaciones, de emplazamientos, de violencia (especialmente en suburbios y
universidades), de recuerdos…a propósito del golpe militar del 11 de septiembre
de 1973. Pienso en el número y lo sumo: uno más uno: DOS. Se necesitan dos para
ser.
Es la hora de Chile y América Latina. Es la hora que nuestra hermosa sociedad latina, sudamericana, sea protagonista de un nuevo amanecer. De un proceso de unidad. De perdón sincero. De Buena Onda! De fin a la violencia. Tanto política como económica.
Y en este 11, en este uno más uno: somos Dos. Tú y yo. Creciendo. Viviendo. Construyendo.
Para formar. Para Unir. Para reconstruir...se necesitan dos. Y de ahí a por más!
Al cierre de esta columna, sólo invitar a mis
lectores, amigos, colegas, gente que está pendiente de Chile, que se unan y
envíen ondas positivas, pensamientos positivos y valoremos lo que tenemos: la
vida, las personas, nuestros sueños y las esperanzas.
Creo en el cambio, y Chile, en este 11 de
septiembre de 2013: tiene la posibilidad de dar un paso hacia adelante. Con las
personas. Contigo.
Un abrazo.
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