Hola. He querido comenzar el artículo de este fin de semana con esta reflexión que se me vino a la mente, luego de un mes en que he podido disfrutar de un descanso reparador junto a mis hijos, familia y amigos. Y viviendo muy de cerca el Mundial de Brasil, en el cual millones de corazones ponen sus fichas ya sea como jugadores, fanáticos, no tan fanáticos, empresas y sus ganancias, gobiernos, clubes y sus proyectos, pero más allá de eso: el mundo observa más o menos de cerca lo que allí ocurre. Y sucede. Con TV, Radio, Internet, diarios. Y mucha samba!
Un Mundial con sabor, con alegría, con magia. Propia del pueblo brasileño. Personalmente tuve el privilegio hace unos años de pisar tierra carioca, Sao Paulo, y debo reconocer que el brasileño transmite ese sentimiento y pasión por la vida de manera muy cercana y palpable. Un Mundial, que a diferencia de los últimos realizados en Estados Unidos, Japón-Corea, Sudáfrica, ha dejado en evidencia que ya no hay equipos pequeños y mucho menos, equipos grandes. La eliminación del campeón, España (frente a un equipo chileno motivado y ordenado), Inglaterra (por una inspirada Costa Rica), y la irregularidad de Italia, Alemania o Argentina, la verdad es que demuestra que más allá de los millones y millones de dólares invertidos en jugadores, publicidad y preparación, lo que al final (siempre) determina en éxito o fracaso es cuánto corazón y fe ponemos a la hora de estar frente a un desafío...mundial.
Me ha llamado profundamente la atención la fuerza, la entereza, el respeto y el sentido de disciplina con que jugadores de equipos a quienes se les daba por eliminados o serían apabullados por los "grandes", finalmente fueron los que realmente demostraron que sí eran capaces de estar a un nivel Mundial y jugar el mejor partido de sus vidas.
Lo que hizo México frente a Brasil, o Costa Rica ante una Italia desdibujada. Es para analizarlo no sólo como un caso notable de ejemplo deportivo. Sino también como un caso donde se trabajó mente, espíritu, estrategia, amor y respeto por el rival. Lo que hizo Chile con España, en este Mundial, y anteriormente en partidos amistosos con Alemania y la propia España, fue notable, inspirador y mágico.
Y si en América Latina, tenemos jugadores o deportistas inspirados, que han respetado las instrucciones de sus sabios entrenadores, para qué decir lo que han hecho los futbolistas africanos de Ghana o europeos de Croacia. Los de Ghana, a fuerza y temple, disciplina táctica y una preparación técnica y conocimiento en detalle del equipo rival, hizo del favorito Alemania, un equipo desdibujado y casi al borde de la derrota.
En definitiva, el Mundial que será recordado porque el fútbol dejó de ser de los que hasta ahora conocíamos como los "grandes". Este Mundial será recordado porque hubo una vez futbolistas que con un pasado marcado por la pobreza, violencia interracial, guerras, o complejidades familiares, supieron seguir el camino de sus certezas, de su motivación, de creerse el cuento, de proponerse ser los campeones del mundo.
En mundo globalizado y cada día más disperso, equipos que no eran los "grandes" demostraron que tenían la certeza, las ganas, la fuerza mental y física, la concentración y todo el alma para vencer a equipos campeones mundiales, de torneos continentales y cuyos jugadores están tasados en millones y millones de dólares y euros, y numerosas portadas y spot publicitarios.
Esta semana, estando en un terminal de buses escuchaba por el televisor una entrevista al férreo y excelente defensor chileno, Gary Medel, quien contaba que su motivación para llegar a un Mundial y ser considerado uno de los mejores futbolistas de Chile, estaba basada en la idea de devolverle a su papá la tranquilidad económica luego de haber trabajado tantos años como barrendero y haberle regalado a su hijo Gary Medel, la oportunidad de ser alguien en la vida. Y vaya que lo logró. Gary contaba que todo su esfuerzo en la cancha era también para tener el dinero suficiente y sacar a su padre de un oficio tan digno pero también tan duro como es ser barrendero. Notable.
Escribo este artículo aún sin saber el resultado de Chile frente a Holanda este lunes. Partido muy entretenido porque juegan dos equipos que han sabido sortear dificultades y se han parado frente a la adversidad. Con entrenadores de lujo, aplicados, y conocedores del buen fútbol. Chile juega frente al actual subcampeón del mundo. Y porqué no, también Holanda podría ser parte de la nómina de equipos "grandes" que Chile derrotó a punta de esfuerzo, corazón, disciplina táctica y respeto por el rival.
Pase lo que pase este lunes, Chile y el resto de los equipos que eran considerados como pequeños, nos han regalado un claro ejemplo que la vida más allá de la adversidad, de los problemas, del estrés, de las deudas, de un quiebre personal o familiar, de una meta no cumplida. Estos equipos, y estos jugadores latinos, africanos, europeos nos han enseñado que si vivimos como campeones, responsables, motivados, inspirados por un sueño que es alcanzable, si ponemos lo mejor de nuestros pensamientos, lo mejor de nuestras ideas, y nos unimos en equipo con otras personas y comunidades, el resultado será disfrutar de un triunfo basado en esa satisfacción de sentirnos ganadores, ganadores de vida, de sueños, de momentos, de amor, de paz, de una sonrisa regalada a nuestros hijos, amigos. Del triunfo de un amor que siempre quisimos vivir y alcanzar.
El triunfo de la vida, de tu vida. De tu historia.
Antes de despedirme, quiero darte las gracias por darte el tiempo en leer esta columna. Al momento de redactarla, estaba a punto de alcanzar las 30,000 primeras visitas desde todo el mundo. Es por eso, que con todo el corazón quiero invitarte a que sigas formando parte de esta ventana que he levantado desde el sur del mundo, Concepción. Y a que sigas creyendo en ti, en tus pensamientos, en el amor, en la fuerza de vida. Y en esa idea que siempre has querido darle luz y forma.
Un abrazo, fuerza y Pura Vida!
Viva Chile, Viva mi querida Venezuela, Arriba América Latina, y un abrazo grande a todo el planeta que me lee y me acompaña semanalmente.-
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