"El planeta está llorando. Y lo hace en forma de lluvia. Lluvia de ángeles que caen en forma de gotas, y a través de la mirada de un niño o niña, cuyas alas alzan su vuelo hacia el arcoiris más lindo del Universo.
Mi planeta, llora Dios mío, en cada estruendo detonado por bombas lanzadas como animales salvajes que buscan su presa en la humanidad de un niño de tan solo meses de edad o de un anciano esperando su hora para retornar al mundo nuevo".
Llora planeta, llora el mar, los árboles, el desierto...llora el corazón de una madre que se niega a perder parte de su alma y de su cuerpo, y que yace ahí, destrozado por los animales salvajes que cayeron del cielo, en búsqueda de su objetivo -estratégico- y de sed de poder.
Llora, da igual, porque esas lágrimas del cielo caerán sobre la tierra y emergerán nuevas estrellas desde la tierra, y esos angelitos que han caído se convertirán en la semilla de un nuevo amanecer, de una nueva poesía y de paz para el Universo.
Llora Planeta, y te dicen Gaza".
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Estoy conmovido. Impresionado. Ver las imágenes a través de la TV o de internet sobre los actuales acontecimientos en aquella estrecha franja de territorio en Medio Oriente, llamada Gaza. Y donde en 15 días de despiadados ataques israelíes, han muerto ya 609 civiles palestinos, entre ellos 154 niños, realmente me conmueve. Y me invita a escribir más y más.
Lo que escribí al comienzo de esta columna de día martes 22 de julio de 2014 me nace del alma. Porque pienso en esos angelitos que sin saber porqué y cómo, han sido -finalmente- los objetivos de los mortales ataques aéreos del Ejército israelí.
Me conmueve saber que desde 154 niños (según cifras oficiales informadas por la UNICEF), 84 eran niños y 37 eran niñas de entre los cinco meses y los 17 años. A esa cifra negra y triste, se suman más de 38 ancianos y 58 mujeres. Todo en una carnicería infernal que en 15 días el ejército de Israel ha llevado a cabo en 25 centros médicos y hospitales, además de un centenar de mezquitas, localizadas en la denominada Franja de Gaza.
Hay que recordar que Gaza o la Franja de Gaza es un territorio de 360 kilómetros cuadrados perteneciente hoy a Palestina, localizado en Medio Oriente, posee 11 kilómetros de frontera con Egipto, y 51 kilómetros de frontera con Israel.
Un poco de historia
Sólo a título de tener un contexto más o menos claro de los hechos, es importante explicar que el conflicto de Gaza tiene sus orígenes entre 1917 y 1948, período en que dicho territorio era ocupado por Inglaterra. Posteriormente, un año antes, en 1947, la ONU aplicó un plan de distribución de Palestina entre árabes y judios, y la Franja quedó adjudicada al Estado Árabe. No obstante, luego vino la guerra árabe-israelí de 1948, y Gaza quedó ocupada por Egipto.
Ya en 1967, tras las Guerra de los Seis días, esta Franja fue conquistada ahora por Israel, y permaneció bajo su total control y dominio hasta el año 1994, fecha en que se firmaron los históricos acuerdos de Oslo (¿se acuerdan del histórico apretón de manos entre el líder palestino Arafat, el presidente israelí Rabin y de intermediario el presidente estadounidense Bill Clinton?).
Parte de ese acuerdo, le confirió a la Autoridad Nacional Palestino o Palestina, el 80% de ese territorio. No obstante, cual zona destinada a llorar y padecer de violencia, en el año 2000 es protagonista de una nueva escalda de violencia con la denominada guerra santa o segunda intifada. Allí, Israel reanuda nuevas operaciones militares. E instaln nuevos puestos de control fronterizo, restringiendo el ingreso de personas desde la Franja de Gaza a Israel.
Desde el comienzo del año 2000 a la fecha, este territorio ha sido embudo de constantes ataques entre Israel y los movimientos activistas hoy calificados como terroristas: Al Qaeda, Hamás y la Yihad Islámica. Especialmente a partir del año 2008.
Hubo un hecho clave que ha incrementado las operaciones militares en esta zona. Y ocurrió el 31 de mayo de 2010, cuando la marina israelí llevó a cabo un ataque a la que se llamó "Flota de la Libertad", que eran unas embarcaciones donde viajaban 633 voluntarios de diferentes nacionalidades, entre ellos portavoces de ONGs, diputados de la Unión Europea y un Premio Nobel de la Paz, quienes iban a llevar ayuda humanitaria y romper el bloqueo naval impuesto por Israel sobre Gaza. Este ataque significó la muerte de 9 representantes de ONGs, la mayoría turcos.
Sin embargo, Israel -en contradictorias declaraciones- atribuyó los ataques a Al Qaeda, Hamás y la Yihad Islámica. Posterior a ese ataque, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aseguró que pese a la presión internacional seguirá emprendiendo operaciones por aire, mar y tierra, para "preservar la seguridad de Israel".
Hasta ahí un poco de historia de Gaza, para que tengas una idea más o menos clara del lugar de los acontecimientos que hoy marcan la agenda internacional.
Sólo para cerrar, que los recientes ataques israelíes, se producen -según lo declarado oficialmente- en represalía al asesinato de tres adolescentes israelíes secuestrados por las milicias de Hamás.
Mi opinión:
Más allá de esta historia de violencia, dolor y ambiciones de poder y descontrol militar, nada justifica el asesinato de civiles. Hoy martes veía a través de CNN una entrevista a un portavoz del ejército israelí señalando que estos bombardeos se ha hecho también porque se han descubierto túneles donde -según Israel- Hamás esconde importante material militar para atacar Israel. Y que lamentablemente -según el portavoz israelí- dichos pasadizos secretos se han construido cerca de hospitales y mezquitas árabes, con el fin de utilizarlos como escudos humanos.
Más allá de si esto es cierto o no, insisto. Nada justifica que en 15 días, hayan muerto más de 150 niños, mujeres y ancianos, y los hospitales palestinos estén sin capacidad para atender a los más de mil heridos por los bombardeos.
La ONU dice que lo que se ve allí es un desastre humanitario. Medios de prensa internacionales despachan y despachan fotos que son terribles. Niños y ancianos mutilados. Esparcidos sobre el árido polvo de Gaza, mezclados entre la sangre y el dolor de sus familiares.
Yo, interpreto esta situación como uno de los tantos conflictos sociales y políticos, donde el terrorismo y el populismo se mezclan en una suerte de juego maquiavélico, donde quienes pierden son los civiles. Conflictos urbanos y territoriales donde el "aparente" descontrol de las propias autoridades (léase gobernantes, líderes militares, líderes religiosos) son incapaces de poner un alto al fuego y a la violencia.
Lo que sucede en Gaza, lo podemos ver también en Siria. Donde un gobernante despiadado como Al Assad ha llevado a cabo una guerra cruel y sanguinaria contra su propio pueblo y los rebeldes.
O acá mismo, en América Latina. Y pongo dos ejemplos. Mi Venezuela querida, donde día a día, la delincuencia y los grupos radicales que protegen al populista gobierno del presidente chavista, Nicolás Maduro, hacen trizas un pueblo. Venezuela es hoy uno de los países con mayor tasa de criminalidad y violencia en el mundo. Una pequeña Siria o porqué no decirlo, una pequeña Gaza, donde día a día, jóvenes venezolanos mueren abatidos por el hampa y los secuaces instalados cómodamente desde Miraflores.
Dedico esta columna de hoy a esos cientos de niños y niñas que hoy vuelan a través del Universo como estrellas fugaces. Cada veo que miro el cielo, en mis noches, y visualizo una estrella me imagino que son ellos, quienes nos sonríen y nos iluminan.
Dedico esta columna, a todos aquellos jóvenes que luchan en mi Venezuela querida, por recuperar la libertad, el sueño, la vida. Recuperar un país sumido en la tragedia, en la mentira, en el dolor.
Dedico esta columna a todos aquellos que sufren por no estar ahí también. A mis amigos venezolanos que sufren en silencio. A los millones de ciudadanos del mundo que observan con pena, con tristeza lo que ocurre en Gaza, en Siria, en Venezuela, y en aquellos territorios donde el dolor y la sangre se mezclan en un duelo donde la vida combate combate contra la ambición, el poder, el populismo y la indiferencia.
Pura Vida Gente! No perdamos de vista estos acontecimientos.
Un abrazo cariñoso.
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