Un gran saludo a todos desde la ciudad de Concepción, acá en
el sur chileno, donde el invierno nos tiene a todos frotándonos las manos y buscando
calor. Triste panorama, porque en menos de un mes, ya han
muerto 14 chilenos en
situación de calle, debido a las
bajas temperaturas (- 6 grados centígrados
durante la madrugada). El año pasado, murieron 52, debido a lo mismo.
Me pregunto, cómo en este país, considerado la sexta economía
más grande de América Latina y que sólo por concepto de venta de cobre (su
principal producto de exportación) durante el primer semestre del 2011 ingresaron
casi 8 mil millones de dólares, aún haya gente que se muere en la calle…de
frío. Qué contraste.
Introduzco este artículo de hoy así porque he estado
reflexionando en los últimos días sobre la importancia de pensar de manera
creativa, actuar lo más humanamente posible y vivir…sin límites. ¿Qué tiene que
ver con la intro hecha al principio? Mucho.
Pienso que el tema de la pobreza, de la desigualdad social, la
violencia, la fractura de nuestras ciudades debido a la contaminación, el
desempleo, las dificultades en materia educacional…tiene que ver con la actitud y el poder de decisión que
tomanos como ciudadanos frente a ello.
Escenario complejo. Difícil. El tiempo corre rápido.
Nuestros quehaceres nos consumen. Nuestras obligaciones laborales, personales. ¿Y
cuándo paramos? ¿Cuándo nos detenemos a pensar y observar el entorno y de
verdad, ver a la persona que nos rodea? ¿Qué pasa con la clase dirigente,
política, económica, social, religiosa…qué pasa con el sector productivo
privado y quienes toman las decisiones finales? Me preocupa en el caso chileno,
que el tiempo pasa, y los problemas son los mismos. Aún no veo a una sociedad chilena más
creativa, más humana y más vigorosa en término de creer en un vivir más sano y
alegre.
Es duro mi diagnóstico. Y lo planteo así porque me preocupa. Se habla tanto de sustentabilidad, de
responsabilidad social, de transparencia. Y me pregunto cómo estamos actuando al respecto.
Especialmente, los que (supuestamente) piensan y deciden el presente y futuro
de nuestras ciudades. ¡Eso! Ahí está. ¿Pensamos en nuestras ciudades y en sus
personas? (que no es lo mismo que habitante).
Ahí voy con el pensamiento creativo. Cómo articulamos
políticas de estado, mediante acciones concretas y que no se vayan corroyendo
con el tiempo, con el discurso electoral o sencillamente con la indiferencia.
Este primer semestre, también ha estado en la noticia los
abusos contra niños en jardines infantiles, colegios y liceos. Y me abruma.
Porque son los niños, las semillas del progreso. Son ellos, quienes van a
liderar el desarrollo de nuestras ciudades. Y qué decir de los miles de jóvenes
chilenos que deben sobreendeudarse para poder estudiar una carrera profesional
o universitaria. Datos: el costo de las
universidades chilenas es el más alto del planeta: 41% PIB/cápita. El aumento de los aranceles es escandalosamente
alto: 60% en 12 años. Y lo que es peor, un hijo universitario implica un gasto
superior al 40% del ingreso familiar de los tres grupos de menores ingresos en
Chile.
En definitiva, los universitarios chilenos tienen el mayor
endeudamiento de todos los países. ¿Qué se hace al respecto? ¿Donde está la
decisión, justa, económicamente sostenible, y la convergencia de apoyos
políticos realmente democráticos, inclusivos y que sea el que Chile necesita?
Y cierro este artículo haciendo referencia a cómo estamos
viviendo en nuestro país los escenarios que nos muestra la realidad, los medios
de comunicación y nuestro entorno directo.
¿Se acuerda del 1º Informe Mundial sobre la Felicidad encargado por la ONU a la U. de Columbia
(USA)? Se lo recuerdo: Chile se ubica en lugar 43 entre 156 países, en un
ranking que lidera Dinamarca, Finlandia y Noruega.
En lo global
pareciera que estuviéramos relativamente bien ( 8 mil millones de
dólares por venta de cobre, instituciones políticas aún no contagiadas con
quiebres institucionales, no somos un epicentro de violencia callejera como en
México, Colombia o Venezuela, entre otros factores), sin embargo el problema
viene cuando llevamos este indicador al plano latinoamericano: estamos en el
lugar 12 entre 26 países. Somos
superados por costarricenses, venezolanos, brasileños, argentinos y colombianos.
En este ítem, nos juega en contra el tema de la desigualdad
del ingreso, lo aspiracional que somos, la falta de confianza social y aunque
no lo crean mis amigos extranjeros: los problemas emocionales, somos uno de los
principales países con graves índices de depresión.
Chile aparece
41 en el ranking global, pero al hacer lo mismo con los sentimientos negativos
(preocupación, tristeza, depresión y enojo), la tierra de Neruda, Mistral y exquisitos
vinos, aparece 132, en
una lista donde el primero (Myanmar) tiene menos sentimientos negativos y el
último (156, Territorios Palestinos), el que tiene más.
Sí, hay que Pensar
Creativa, Actuar Humana y Vivir sin Fin.
¡Feliz semana a
todos! Y no es ironía… J