Un piano y su música. Una poesía, su prosa. Una
playa: su calor, su esencia, la arena entre nuestros pies. Una sonrisa, la
alegría o complicidad. La vida. Siempre la vida.
En este día
jueves, en que seguimos avanzando, trabajando, emprendiendo y luchando, no
debemos olvidar lo esencial: lo que somos y hacia dónde queremos ir. Disfrutar
lo simple, lo cercano. Lo que nunca deja de estar ahí cuando transitamos entre
calles, ruido, contaminación, tareas pendientes y preocupaciones (muchas,
evitables).
En una excelente tertulia sostenida -recientemente-
con dos importantes amigos arquitectos chilenos, llegaba a la conclusión
personal que nuestras ciudades cada día precisan de ese momento especial, donde dejamos de correr,
de mirar hacia abajo absorbidos por los
celulares, o sencillamente dejando de ver a quiénes están ahí para un saludo,
una mirada.
En esta tertulia, hablamos de la ciudad, de su
entorno, de la gente, de la vida en alegría y menos estrés, de aquellos quienes
son protagonistas falsos, y aquellos anónimos quienes lideran un cambio social,
cultural, político o humano verdadero.
Crisis, Estrés, Endeudamiento, Injusticias, Dolor,
Desconfianzas, Conflictos…son los conceptos que más escuchamos hoy a través de
los medios y del mismo “diálogo” (especialmente a través de las redes sociales
digitales) que sostenemos con nuestro entorno.
Mi proyecto por esta ciudad y su buena onda,
radica en todo lo contrario: en abrir espacios de diálogo, de reencuentros, de
alegría, de ideas propositivas. De generar un espíritu constructivo, solidario
y alegre. Más simple y menos estratégico. Como periodista y ahora escritor, me
siento escalando esta montaña acompañado por las miradas de todos ustedes quienes
me leen desde Chile y hacia el mundo. Y cuento con vuestras reflexiones.
Mi país de nacimiento, Chile, vive momentos
complejos: ya lo he dicho. Donde la soberbia, las desconfianzas y la
desigualdad, a veces (o muchas veces) nublan
los buenos momentos y las buenas acciones de aquellos que sí están viviendo o
haciendo ciudad-sociedad humana, integrada y sustentable.
En este año electoral chileno, en que los políticos han
ensuciado aún más la belleza de la política y los medios son incapaces de abrir
espacios de reflexión que no estén dominados por el rating (de la silicona, el
amarillismo y las peleas ajenas), siento que cada uno de nosotros vamos
adquiriendo más fuerza, más ganas, de liderar, de emprender y generar estos
cambios que necesitamos consolidar.
Todos los días trabajo con mis dos alumnos
principales: mis hijos Cristóbal y Agustín. Con ellos, trabajo los valores del
respeto, la confianza, la transparencia y el amor. Y les pregunto:
-¿Que hay en tu corazón hoy? Buena Onda (me
responden).
-¿Y en tu maravillosa mente? Ideas positivas,
papi.
Los invito a practicar la buena onda, el descanso
en medio de la vorágine, el café en medio del estrés, y las ideas positivas,
para contrarrestar las dificultades.
Un abrazo, y gracias por subir conmigo esta
montaña en este Otoño maravilloso y sus susurros inolvidables a través de los colores de sus hojas pintados en sus ramas y calles...
C
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