viernes, 9 de abril de 2010

Los desafíos del Periodismo, tras el terremoto


“Agregue que los primeros medios de comunicación que llegaron a Talcahuano centro fueron canales internacionales, como Telefé (Argentina) y Canal Caracol de Colombia (que llegaron el domingo 28) y estuvieron instalados durante 2 días. El lunes 1 (de marzo) llegó Antena 3 (de España) y un canal Franco Canadiense, además de los reporteros de Reuters (Inglaterra) y Francexpress (Francia). Recién el día miércoles 3 llegó Chilevisión a Talcahuano centro. Con los carabineros que estaban al frente de mi casa estábamos impresionado al darnos cuenta que otros países estaban más preocupados por lo que nos pasaba que nuestros medios locales. Siento una desilusión por nuestros colegas…….”.

El párrafo anterior corresponde al testimonio de mi apreciado ex alumno y hoy periodista de la Universidad San Sebastián, Ignacio Quiróz Arrau, testigo ocular y viviente de la tragedia ocurrida en Talcahuano el pasado 27 de febrero.

Quise iniciar este artículo de esta manera, porque es la forma más precisa de graficar lo que ocurrió durante las horas y días posteriores al terremoto y maremoto que afectó el puerto de Talcahuano, y por cierto, la estratégica base de la Armada chilena, Asmar. Esta vez, quiero referirme a mi gremio. Al periodismo. A las comunicaciones.

El relato de Ignacio Quiroz, no es menor. Precisamente cuando el mundo de las comunicaciones y las nuevas tecnologías avanzan tan rápido y se hace necesario tomar espacio para reflexionar y reparar en lo bueno, lo malo y las oportunidades.

Tal como lo dije en mi primer artículo de marzo, el terremoto develó dos Chile: ese país exitoso, abierto al mundo, en camino hacia al desarrollo, próspero, justo y moderno. Pero también, ese país, donde en menos de tres minutos se cayó todo. Edificios, casas, antenas, astilleros, puentes, entre otros. Y también reveló lo frágil que éramos. Nos quedamos a obscuras en cuestión de minutos. Por una falla en el sistema interconectado central. Se cayeron todas las redes. El gobierno y nuestras autoridades quedaron durante horas (y en algunas localidades, días) en silencio.

Visto ello, aparecieron inmediatamente los periodistas. Los comunicadores sociales. Las comunidades y redes virtuales. Y empezamos un día a día lleno de imágenes, sonidos, testimonios, dolor, esperanza, sufrimiento y rabia. Cansancio. Esperas. Ganas. Miedo. Incertidumbre. Y ahí, mi gremio. El de los periodistas. Canales de televisión. Radioemisoras. Diarios. Todos entregados a informar. Pero también, para desinformar.

El problema: es hasta qué punto informamos de verdad. De manera oportuna. Responsablemente. Humanamente. Constructivamente. Logrando la atención del público, sin generar tensión y desinformación.

Mi ex alumno dice la verdad. Y me lo han corroborado no sólo periodistas, sino también profesionales, vecinos, habitantes de Talcahuano puerto, de Higueras, de Salinas, de Santa Clara, de sus cerros, todos sectores que vivieron en carne viva el maremoto, mientras en Concepción se levantaba un campamento de periodistas cubriendo desde la mal denominada “Zona Cero”. Zona Cero. Qué horror. Cómo si fuéramos Nueva York un día después de un ataque terrorista.

Lo que ocurrió no sólo en Talcahuano, sino también en otras localidades de mi región, como Lota, Coronel, Arauco, Los Ángeles, debe llevarnos a la reflexión. Precisamente porque es necesario hacer una reconstrucción no sólo física y estructural, sino también espiritual, humana y ahora, comunicacional.

No comparto la idea de que un solo medio de comunicación se transforme en el vehículo ancla y base central de operaciones de un gobierno, durante una catástrofe. Ni tampoco que sólo exista un medio oficial o estatal. Creo en el pluralismo. En la coexistencia de medios estatales y privados, donde todos trabajen de manera eficiente y equilibrada.

En Talcahuano, donde se vivió y se vive aún una tragedia mayúscula, pienso que también debieron estar medios locales y nacionales. Sin menospreciar a la prensa internacional, de la cual formo parte. Pero pienso que qué mejor que un periodista local, quien conoce su zona, sus problemas, sus proyectos, ¡su gente! Debe estar ahí para informar desde el primer minuto.

Mi colega Quiróz, da cuenta de un hecho verídico. Y que espero que nos sirva a todos los periodistas, académicos, formadores de futuros profesionales, y medios de comunicación para revisar en qué se falló, en qué se acertó, qué debemos mejorar y cómo debemos equilibrar la información al momento de la noticia.

No puedo dejar de desconocer lo difícil que fueron esos momentos. Me pongo en la situación de editores, directores, productores y pienso que debe haber sido muy difícil armar los equipos, comunicarse con ellos. Un gran amigo editor de un importante diario regional me dijo que fue imposible reanudar labores en Concepción y lo que es peor, hacerle ver a otras jefaturas en regiones, que había una tragedia mayúscula en Concepción, Talcahuano, Lota, Coronel, Arauco, Dichato.

Con el pasar de los días, me doy cuenta que este terremoto también dejó réplicas en mi gremio. En mi área. Y es lo que estoy tratando de comunicar a mis alumnos, para que sean los mejores, entre los mejores. Para que vean en la profesión de periodista, una oportunidad real de vida, de crecimiento, de aporte a nuestra sociedad. Y que por fin las regiones en Chile, sean un aporte sustantivo para los medios de comunicación en Santiago, la capital de nuestro país.

Valoro y quiero creer en la buena fe de los “rostros” o periodistas conocidos que vinieron a cubrir lo que aquí pasó y sigue ocurriendo. Valoro que se hayan omitido imágenes crudas de esta tragedia que sin duda, nos marca para siempre. Pero pienso que es el momento para que los medios de comunicación y las escuelas de periodismo, también generen un espacio de reflexión y discusión.

La próxima semana, el jueves 15, abro el ciclo de charlas y coloquios de la Escuela de Periodismo que dirijo en Concepción. Y el tema será precisamente lo que comento en este artículo. El testimonio de dos periodistas de televisión que trabajaron durante la tragedia, pero también quiero conocer sus reflexiones, su autocrítica y por cierto, los desafíos que asumen.

Como lo he señalado en mis clases: este es el momento para hacer un mejor periodismo. Para formar profesionales íntegros. Creativos. Emprendedores. Responsables.

Un gran saludo a todos, desde Concepción

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