lunes, 1 de agosto de 2011

Urgente: los niños de Somalia también quieren una “Cajita Feliz”


Sentimientos encontrados. Este fin de semana llevamos a nuestros dos pequeños hijos a almorzar a la “tierra de ilusiones y felicidad”. Sí me refiero a la conocida multinacional Mc Donalds. Los chicos, felices. Yo también por un lado, debo reconocerlo. Porque ellos, son felices. Sobre todo, con el “gancho” que los atrae a todos: la famosa cajita feliz. Que al final, de feliz dura poco, porque se va al basurero, tras consumirse. Y se quedan con unos juguetes, pequeñitos que no durarán mucho tampoco, porque los chicos prefieren quedarse con sus juguetes preferidos. En el caso de mis críos, con sus peluches de la infancia.

Mientras comíamos, miraba alrededor y observábamos junto a mi esposa, la presencia de varios niños en clara señal de obesidad. Especialmente una niña que no debe haber tenido más de 8 años, y representaba el doble, precisamente por su estado gordura. Junto a una pizza....doble queso. Sin duda, un crimen para esa niña llevarla a tal sitio de “comidas”. Mientras otros, comían completos (hotdogs), y un menú de grasa y chatarra por doquier.

Sin duda, que tenemos el libre albedrío de decidir si los llevamos o no. Pero lo que he visto este último tiempo en Chile, es alarmante. Los peores hábitos de alimentación, y más encima, niños que crecen en torno a una comida que los llevará en tiempo más al médico, al psicólogo, al facebook de sus compañeros burlándose de ellos…en fin. Y quizás...al suicidio.

Miren las cifras: un 20% de los niños chilenos antes de los 6 años de edad, son obsesos. ¡No gorditos! Obesos! Es decir uno de cada 5 niños. La cifra más alta de América Latina.

Cajita Feliz para ellos también


Pero no es mi objetivo en este nuevo artículo el tema chileno. Sino algo más grave: la crisis alimentaria en Somalia y un vasto sector de África. Allí, en Somalia, el tema es “simple”: 30% de los niños se MUEREN DE HANMBRE, porque ni sus autoridades ni nadie ha podido solucionar el tema de la sequía, la violencia, la corrupción, la mala distribución de la ayuda, si es que existe ayuda.

Las Naciones Unidas reclamó hace poco 1.400 millones de dólares adicionales a la cantidad inicial. Un llamado que eleva a 2.400 millones la suma reclamada. Sin embargo, las agencias del organismo internacional y sus socios sólo han recibido hasta el momento 1.000 millones de los donantes. Según las Naciones Unidas, los compromisos financieros ya no son suficientes.

Mi reflexión: qué pasa con ese dinero, pese a lo ínfimo que resulta para las autoridades y los propios niños. ¿Qué pasa con la urgente acción?

Kenia, país vecino que acoge a miles de refugiados sin disponer de la infraestructura necesaria para ello, fue el primero en instar a la ONU una reunión para tratar la crisis humanitaria no solo en Somalia sino en todo el Cuerno de África e intentar encontrar una solución.

Me pregunto: qué pasa con nuestros líderes políticos, económicos, culturales, deportivos, que frente a esta cruel, triste y horrible pesadilla en Somalia y sus rincones, no dedican parte de su agenda a simplemente: ayudar. Me gustaría ver a los jóvenes chilenos que luchan por sus ideales de educación...también poner sus anhelos en la globalización y ver al vecino.

En Chile, vi la nota a través de un canal de noticia, que terminó con un llamado a los televidentes a depositar en una cuenta abierta en un banco para ir en ayuda. Y nada más. Qué nos pasa a nosotros, los ciudadanos, los estudiantes, los empresarios, los religiosos, ¡las autoridades! Que no reaccionamos frente a esa imagen negra de debilidad, dolor, impotencia....frente a esos rostros que nos dicen: aquí estoy, y no sé qué hacer.

Qué darían esos hermosos niños somalíes por una Cajita Feliz. Esa sí que sería una Cajita feliz.Una sonrisa, por un alimento. Eso nos gritan con su silencio. Por una esperanza de vivir mejor. De sobrevivir!

Por cierto, este 9 de agosto la Unión Africana realizará en Addis Abeba una cumbre de donantes para buscar soluciones a la gravísima crisis humanitaria de Somalia. No perdamos de vista este tipo de hechos.

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