miércoles, 10 de agosto de 2011

La ciudad de los sueños


Hoy publiqué temprano una noticia positiva. El puente aéreo de la ONU en Somalía para ir en ayuda de los miles de niños que se están muriendo de hambre, luego de cinco años de imposibilidad para poder llegar allí con el cargamento. ¡5 años! ¿Se imagina? Sin duda, una noticia positiva, en un momento en que las noticias negativas copan titulares, portadas, noticieros, programas, incluso hasta nuestro diario dialogo con amigos y familiares.

Se han hecho la pregunta o simplemente han reflexionado sobre las cosas o hechos positivos que nos rodea. Ayer, cuando iba de regreso a mi casa desde el centro de la ciudad de Concepción, a bordo de la locomoción colectiva, me dio gusto escuchar en vivo, a un artista callejero interpretar música folclórica y latinoamericana, con su guitarra. Y luego, con un excelente vocabulario, presentarse y al mismo tiempo exhibir en un lenguaje directo, humano y emprendedor, la obra y grupo que representa (Calaucán, de Penco, ciudad vecina a Concepción).

La verdad, me dio gusto. Y al mismo tiempo, pensaba: qué falta le hace a nuestro país mirar hacia nuestras raíces, escuchar nuestra música y la de otros latinoamericanos. Y en momentos tan difíciles como el que vivimos hoy en Chile, por ejemplo, con la crisis de la educación y las movilizaciones sociales.

En una jornada (la de ayer martes) en que vándalos quemaban vehículos y destruían casas y calles, este joven chileno, bien vestido, con un lenguaje simple, una voz armoniosa, no sólo interpretaba música, sino que emprendía su propio negocio de venderla en formato cd por un precio justo: mil pesos chilenos (2 dólares y 90 centavos aprox).

Valoraba su gesto. Su trabajo. Su esfuerzo. Y también la del conductor del bus que le permitió subir a presentar esta gran obra y actividad.

Mientras en Santiago y casi todo el país, las imágenes eran de delincuencia y destrucción, en un bus público, un joven anónimo, con ideas, con esfuerzo, con decisión, con ganas, nos deleitaba con arte, con música, de nuestro país, de otros artistas latinoamericanos, que buscan mantener vivas nuestras raíces.

Mi propuesta

La ciudad de los sueños, es un título que me identifica para este artículo. Necesitamos más ciudadanos como este chico y su música folclórica. Necesitamos más articuladores, más educadores, más gente comprometida con nuestras familias, nuestras ciudades, nuestras regiones.

La ciudad de los sueños, estimados lectores, es una idea que me gusta. Me atrae. Donde no hay abusadores ni tramposos. Donde existe armonía entre la idea, el desarrollo y el apoyo. Donde usted, yo, y todos nosotros tenemos espacio para decir, hacer y seguir emprendiendo. Nuestros jóvenes hoy optan por salir a las calles y decir lo que sienten. En una ciudad, donde sus sueños necesitan ser escuchados y contemplados. El problema está en cómo estas ciudades protegen esos sueños.

Miro hacia Estados Unidos, hacia América Latina, hacia Europa y otras regiones del mundo, y pienso: más ética ciudadana, como diría mi amigo y socio: Francisco Vidal. Las redes sociales están haciendo de nuestras vidas, de nuestras comunidades un campo mucho más abierto y democrático. Mucho más incisivo. Mucho más…peligroso también.
Vean el caso de Londres hoy.

La ciudad de los sueños, puede ser el inicio de una idea, de un proyecto, de un logro, hasta de una simple reflexión. Crecer a paso firme. Mantener es Cuidar. Cuidar es querer. Reputación urbana. Cómo nos unimos -todos- en la idea un proyecto personal-ciudadano-país para que nuestros sueños se cumplan.

La ciudad de los sueños es de los papás que amamos y educamos a nuestros hijos, del maestro, del constructor, del zapatero, del economista que no especula, del arquitecto que edifica de manera sólida y armónica, del policía que nos cuida de verdad, de la autoridad que lidera de verdad también, del empresario que no humilla, roba y tampoco ostenta, sino que cree en sus trabajadores, y emprende de manera sólida, innovadora….

La ciudad de los sueños es de todos nosotros…
¿Se suman?

Seguiré hablando de esto.

Hasta la próxima.



No hay comentarios: