(Cristián E. Sandoval Cabezas. Periodista. Aquí, escribo de la vida con un café!)
martes, 9 de agosto de 2011
El Mundo en Llamas y las Redes Sociales
Quiero dedicar estas primeras líneas de mi artículo de este martes en memoria de todas aquellas personas que en Chile han optado por quitarse la vida, como último método para darle luz a una obscuridad sin final. Depresión, como contexto. Preocupante es recordar que en Chile el 30% de la población padece de este tipo de trastorno. Es decir: 1 de cada 3 personas. Urgente hablar sobre esto. En familia y amigos. Pero de este tema hablaremos pronto.
Hoy quiero referirme a lo que publiqué temprano en mi facebook, haciendo referencia al clima de tensión que se vive en Santiago de Chile y otras regiones del país, como resultado del movimiento estudiantil que cada da vez se radicaliza aún más. Las clases ya están prácticamente perdidas. Y numerosas Universidades deberán alargar sus actividades hasta entrado el año 2012.
¿Y la verdadera discusión? ¿Y el debate? Se ve lejos aún. Las propuestas, de ambas partes, no tienen luz verde. Esto parece ya una novela. Y del peor suspenso.
Mientras esto sucede, gran parte del globo donde vivimos se sumerge en una ola de ansiedad, expectativas, debates y temor por la caída (libre) de la economía estadounidense.
La razón: por el tope de la deuda y la reciente calificación crediticia otorgada a USA, país que está al borde de la recesión. Este lunes, el Down Jones experimentó la sexta peor pérdida en los últimos 112 años y la peor caída desde diciembre de 2008. Un 5.5%. Para los que no lo saben, el Down Jones es el índice bursátil que agrupa a las 30 empresas más grandes norteamericanas. Y zona accionaria, donde nuestros fondos de pensiones también tiemblan hoy.
El mayor peligro de una recesión en Estados Unidos tiene una palabra: desempleo. Y una recesión también afectaría a nuestra economía latinoamericana. La pregunta clave es: ¿Estamos preparados? Tanto a nivel macro como micro. En lo personal, me preocupa el sobreendeudamiento en que nos encontramos todos los chilenos, la escasa capacidad de ahorro y lo peor: la desinformación.
Claves
Por eso, estimados lectores, los invito a informarse. A estar atentos. En alerta, en saber qué hacer con nuestros recursos. A cuidarlos. A ahorrar, desde el consumo de los servicios básicos (agua, luz y gas), hasta cómo nos alimentamos. Dónde compramos. Qué damos de baja, qué reciclamos y en qué invertimos. A trabajar de manera eficiente. A cuidar el trabajo. A cómo hacemos de nuestra labor un aporte a la empresa. ¡A innovar! Porque es sabido que en momentos de dificultades y crisis es cuando mejoramos, superamos y crecemos.
Por eso, vuelvo a reiterar, opino que en el caso de Chile, ya es hora de avanzar en una agenda de temas, actividades y decisiones proactivas. Sólidas. ¡De país! Entre ellas, nuestro pan de cada día: la educación. La base de todo desarrollo junto a la salud, la cultura y los valores como sociedad.
A fondo
Quisiera comentar la importante que tenemos como ciudadanos en este sentido. No sólo el hecho de estar bien informados. Y tener una posición clave al respecto. Sino también al momento de decir basta, enfrentar lo que consideramos desigual o sencillamente no lo queremos. Me refiero a los movimientos sociales que cada vez más se transforman en una especie de muro o nuevo pilar de la sociedad moderna y competitiva.
Un botón: lo que está sucediendo en Inglaterra y que comenzó con un hecho que bien pudo haberse quedado sólo en la página de sucesos de un matutino londinense, y que hoy –sin embargo- es portada en medios de todo el mundo y ha obligado al gobierno británico a movilizar a casi toda la policía británica y de inteligencia y llamar a sus ciudadanos a despejar las calles para enfrentar barricadas, bombas molotov y motines.
Las redes sociales (twitter y blackberry Messenger) se han convertido en herramientas clave para que miles de londinenses se coordinaran de manera oportuna, decidida y motivada, y finalmente salieran a las calles a protestar por lo que consideran uso de la violencia excesiva en la detención de un ciudadano durante un operativo policial.
Se comenta en este minuto que las redes sociales en este caso, han sido vitales para que la crisis se convirtiera en una bola de nieve y arrastre un desastre social de proporciones si el gobierno del primer ministro británico, David Cameron, no lograr estabilizar la situación. Un detalle: el diario londinense The Independent despidió a uno de sus bloggers, Jody McIntyre, quien llamó a sus 9 mil seguidores en Twitter a que esparcieran las manifestaciones en la capital.
En Chile, y claro en el resto del planeta donde el uso de las tecnologías crece como la levadura del pan y el costo de la vida, los movimientos ciudadanos son claves. Hay una nueva forma de comunicar. Hay un mensaje que no se ha entendido. Y me atrevería a decir algo: a un diálogo más oportuno, directo, anticipado, contundente. El mensaje que quiere la ciudadanía no es política dura ni populismo barato: ¡quiere respuestas!
La gente se ha dado cuenta, estimados lectores, que tienen un gran poder. Incluso que puede llegar a ser más importante que el de los propios medios de comunicación social. Un mensaje de 140 caracteres puede ser más incisivo y motivador que un discurso presidencial tanto de izquierda como de derecha.
Al momento de terminar este artículo, observo con preocupación lo que sucede en África, con el desastre humanitario en Somalia, Kenia y Etiopía, donde 29 mil niños menores de 5 años de edad y hermosos, han muerto de hambre y sed. Ayer lunes debía realizarse una Cumbre de Países Africanos para analizar y buscar una solución, pero por razones de “agenda” debió postergarse para el 25 de agosto. Un sacerdote español comentaba hoy en Madrid que es vergonzoso dar 3 mil millones de dólares a un banco local (para salvarse de la bancarrota) y no dar sólo el 25% para superar el desastre en África, donde si usted abraza a uno de estos niños, se va entre los brazos, por su delgadez.
¿Dónde están los movimientos ciudadanos globales…verdaderamente sociales? Yo creo que sí existen…
Hasta la próxima.
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